La bruja Circe

Son tres cosas que confundimos. Y esta confusión se ve mucho en los debates políticos y a veces resultan hasta chistosas, pero es importante el uso de el concepto apropiado.

Cada uno de nosotros somos responsables de nuestros actos, cuando estos están guiados por un problema que nos llega, por genética por educación o por circunstancias de nuestra vida o nuestra maduración como individuos, también somos responsables aunque quizás no culpables porque no ha sido decisión nuestra y ahí entra la causa, lo que nos ha llevado hasta allí, quizás influyó una infancia difícil, mal trato o tal vez demasiado permisiva, aferrarte a la creencia que eres el centro del universo es malo, tan malo como lo contrario, una formación deficiente, una genética tóxica. Todo en el apartado de las causas.

Pero eso no nos exime de la responsabilidad, sería, en la infancia un eximente, pero cuando somos adultos, el tiempo de continuar comportándonos como niños caprichosos ha pasado, aún si tus actos están dictados por una enfermedad mental, hay recursos en tu entorno para tratar y mantener en equilibrio esos procesos, en lugar de esconderse detrás de ellos para eximirnos de las responsabilidad.

Culpa no, cada uno actúa con sus recursos en cada momento y si no hay intención de hacer mal, desprecio por la vida o el bienestar de los demás.

La culpa no está en que tú sientas ganas de matar a alguien, eso es como eres, sino en hacerlo y eso es lo que haces así que culpa no, pero responsabilidad sí.

Y con nuestros niños, ahora está la moda de la crianza respetuosa y yo me pregunto ¿con quién es respetuosa? Desde el momento que el niño está por encima de sus padres y de todos los demás, no podrá gestionar sus límites.

¿Acaso el no enseñar a nuestro niño las normas y leyes de convivencia les va a hacer más fácil la vida? Si tú vives en una ciudad, lo mejor es que enseñes a los niños las normas de la circulación, a leer callejeros y planos de metro, les hables de los peligros, les enseñes los recursos en caso que se queden solos. Pero cuando van al pueblo de los abuelos y pueden salir a jugar la placita solos, enséñales sobre las normas por ejemplo nada de fuego, los animales que pueden encontrar y su posible peligro, las plantas, o cómo orientarse en un paisaje.

De cualquier modo el individuo en crecimiento, necesita de sus padres primero, alimento y amor, después información, educación y formación para aprender de vivir y desde el primer momento de su vida, sea un primate colgado de su madre aprendiendo cuál es su lugar y qué hojas se comen o el individuo más vip de la mayor ciudad, necesitan conocer las normas y saber los límites por su bien, saber que su madre merece respeto, que tendrá que trabajar, que querrá mantener una relación de pareja sana y eso no le hará daño, más bien les permitirá crecer.

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