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Mi ojito derecho /
Clorinda Power

Dice Pablo Iglesias que no van a ceder más, que sus principios son inquebrantables, que sus pretensiones son sensatas, que sus objetivos son loables. Dicen que ceder sería claudicar con los males de siempre, perpetuar una fórmula que seguirá vapuleando a los de abajo y acunando a los de arriba. Y mientras se reafirman las posturas y se aplauden los movimientos milimétricos, el resto seguimos tragando.

Imagínense ustedes ahora que están sin trabajo y que les ofrecen uno muy mal pagado. Tan mal pagado que tienen que utilizar un cuaderno como el de Pablo Iglesias para dibujar los malabarismos que tendrán que aprender para llegar a fin de mes. A muchos de ustedes no les costará imaginarlo. Y ahora saquen a la luz sus principios inquebrantables, sus pretensiones sensatas y sus objetivos loables. Pagar las facturas, dormir por las noches, soñar con las vacaciones, los niños y los chapuzones. ¿Cederían? No, porque a ustedes les toca tragar.

Y mientras los que sí están en posición de ceder se enredan en principios, pretensiones y objetivos, los que deciden qué vamos a soñar por las noches, se frotan las manos y se llenan los carrillos.

Dicen por ahí que eso de estar sin gobierno no está tan mal. Qué equivocados estamos. Mientras sigamos sin gobierno, nadie se responsabilizará, con razón, de nada de lo que nos pase. Porque todo lo que nos apena de este país sigue pasando, solo que ahora la culpa es de todos. Del PSOE, de Ciudadanos y de Podemos.

A los tres partidos les hemos dado la oportunidad que nosotros no tenemos, la oportunidad de ceder, de llegar a consensos, de dormir por las noches pensando que ya queda menos para el chapuzón. Sus principios, sus pretensiones y sus objetivos somos nosotros. Y no hay mayor sensatez que la de sentarse a construir desde abajo para que podamos soñar con un país en el que tenemos que caber todos: derecha, centro e izquierda. No imagino un objetivo más loable que el de ponernos a todos de acuerdo y tirar hacia delante con todos en el mismo carro.

Pero mientras seguimos viendo las elecciones como una final de la Champions, mientras seguimos pensando que el único resultado posible es el de todo o nada, nos olvidamos de que lo importante ahora, como en el juego, es participar. Ojalá no tengamos que ver el partido desde las gradas y nos dejen jugar. Tenemos el derecho y las ganas. Ojalá no nos quiten la oportunidad.

 

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