,

Lunes de papel /
EMILIA GUIJARRO

Hemos empezado el curso político entre luces y bengalas en el marco incomparable del Teatro Romano de Mérida, teñido convenientemente de azul, por aquello de los mensajes. Pero por más que convenzan a Loquillo, sienten a Robe Iniesta en la silla de las personalidades, tan fuera de lugar, tan fuera de si mismo, de lo que él representa, que daba lástima, Extremadura no es esa Arcadia feliz, que nos quieren mostrar desde el escenario, en la que parece que sus privilegiados habitantes hemos llegado a la felicidad completa y hasta nos sobra dinero para darles una propinilla a las entrañables abuelas.

La Extremadura real, la que está en la calle es otra muy distinta, lejos del oropel de teatro, una Extremadura a la que pertenecen esos 180719 alumnos que empiezan el curso con improvisación e incertidumbre, con profesores que no se han incorporado, con absentismo escolar por encima de la media, y hasta con la chocante denuncia a madres que intercambian o venden uniformes de segunda mano a las puertas de los colegios.

Una Extremadura a la que pertenecen esas 21000 personas que están esperando que resuelvan su solicitud de Renta Básica, y que merecen capítulo aparte.

La Extremadura Real no puede permitirse que los 21000 extremeños solicitantes de la renta básica estén sin ayudas

En los años que gobierna el Partido Popular en Extremadura no es casual que haya habido cuatro Consejeros que se ocupen de la Política Social. La política social necesita pisar mucho la calle, escuchar a la gente que lo pasa mal, enseñar a los que no saben y tener como prioridad a los colectivos que formen parte del escalón más débil de la cadena, y pasar sin dormir algunas noches porque sabes que hay personas que tienen problemas que se solucionan no con caridad sino con justicia social.

La Extremadura Real no puede permitirse que los 21000 extremeños solicitantes de la renta básica estén sin ayudas y sin ninguna protección hasta que se apruebe el nuevo texto de una Ley de Renta Básica que deroga la anterior sin que hayan sido capaces de ponerla en marcha. Las necesidades extremas que sufren no entienden de plazos.

Las luces de neón del Teatro, el aplauso del rockero y las Medallas de Extremadura no pueden ocultar la realidad de los que hoy son más pobres que ayer y además están sin instrumentos que los protejan.

Artículo anteriorLa vida nuestra
Artículo siguienteNuevo curso

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí