Más del 92% del profesorado rechaza la vuelta a las aulas, según CSIF Extremadura
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Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

A los que ya no cumplimos veinte años nos asusta quemar etapas. Debe ser la experiencia. La experiencia que nos ha enseñado lo corta que es la vida siempre y que hay procesos que no admiten segundas oportunidades.

Ayer entré en el supermercado, estaba lleno de gente joven, algunos estantes medio vacíos, «los chicos y las novatadas» -me dijo la cajera-. Tres días de fiesta juvenil, casi ininterrumpida, para festejar que llegan a la universidad. Casualmente, yo acababa de compartir viaje en el autobús con una persona muy respetada en el ámbito profesional a la que encontré (permitirme la expresión) en el otro «extremo de la cuerda». Me sorprendió la fragilidad de sus miedos: «esto no va bien -me dijo- y encima no puedes decirlo…». Por la mañana, el empresario amigo me había confesado que se medicaba contra una pertinaz depresión: » si sólo vendo lo que la gente no encuentra en otros sitios, no podré mantener, durante mucho tiempo, abierto el negocio…ahora después de treinta años».

La España real, que se llama, enfrentada a la España oficial que nos venden. Siempre dije que para conocer ciertas cosas se necesita haberlas experimentado. Y que nadie es más que nadie, porque lo que puede lograr una persona lo puede lograr otra, con las únicas condiciones de querer hacerlo y no ser tonta del todo. Cuando dejé la alcaldía de Cáceres, alto honor vivido y que nunca agradeceré bastante, me bajé del coche oficial y subí al autobús. He de reconocer que al principio me costó lo suyo, pero lo hice porque creo que en la naturalidad está la virtud. Al hacerlo, el contacto real con lo que la gente habla y siente creció y mi percepción de lo que acontece aquí y ahora en este país se hizo mucho más clara. Quizá en ello radique la dificultad de entendimiento de nuestros políticos: que siguen manteniendo algunas prerrogativas que los separan del común de los mortales y eso los mantiene apartados de ellos. Y no es broma. Los aforamientos, los coches, las herramientas de defensa o de uso continuado que a los demás nos cuestan nuestro propio dinero, al político profesional le vienen dadas en función de su cargo, y eso los hace (creen algunos), imbatibles y expertos en consejos para los demás.

Porque, a la postre, la mayoría de las personas necesitan de las referencias. En contra de lo que cantaba Sabina, las niñas «si que quieren ser princesas» y los niños, «capitanes generales», aunque para ello deban pelear a dentelladas contra todo lo que se mueva, sin ética y sin planificación.

«No quiero servir más a ningún señor que se me pueda morir». -dicen que dijo el Duque de Gandía, el que luego fuera Francisco de Borja, jesuita importante y santo de la iglesia católica cuando vio (al tener que volverse a descubrir el cadáver) el rostro desfigurado de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España, tan bella ella, pintada por Tiziano, muerta con treinta y pocos años…

En la provincia hermana han decidido impartir este año una asignatura que se llame «Badajoz»

Me vino a la memoria el episodio, viendo el disgusto y desilusión de muchos porque un cantante, un ídolo para sus seguidores, aceptó este año la Medalla de Extremadura concedida por el señor Monago. «Aceptar» «señores» es lo que tiene…

El pasado día 11 se celebró en Cataluña la Diada. Un éxito para los organizadores. Otra situación sin marcha atrás. Escuchando la opinión de tanto experto, uno se da cuenta de la complejidad del asunto, dado que aparentemente nadie escucha a nadie, y donde lo establecido (sí o no) no parece tener mucho predicamento. En la provincia hermana han decidido impartir este año una asignatura que se llame «Badajoz», en un par de cursos de Secundaria. Dicen que para aumentar la autoestima de los que viven allí…Los científicos están desconcertados. Y no es para menos.

En fin señores, que estamos en septiembre y hay tormentas… Como en la vida misma.

 

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