Dudas de papel
Goyo Tovar

Cuando yo escribía más y peor al abrigo del desaparecido colectivo “Las Ideas”, me aconsejaban de no claudicar en mis insólitas divagaciones y de disponerme para resistir a las críticas de la buena gente que sólo consume literatura masticada y reniega a ser exploradora de los numerosos escondites que enriquecen inútilmente su cómodo cerebro. Esta gente piensa que ahorrar en pensamiento propio es malgastar fortunas y exponerse a ser esclavo de las palabras de otras gentes tan ajenas como sospechosas.

Las palabras nos conducen tanto o más como lo hacen los visibles gestos y los pensamientos silentes. Hay ocasiones en las que las palabras se niegan a ser plasmadas en la escritura para que otras personas puedan reproducir las sensaciones que anidan en su embrujado significado. El recién desaparecido Goytisolo se negaba últimamente a escribir al observarse -equivocadamente- infructuoso; hasta las palabras del necio pueden servir de alivio neuronal, cuánto más la de un escritor que buscando patria en compromiso se convierte en apátrida.

Los profesores de Semántica nos recuerdan que al lado del menosprecio por la indagación de lo recóndito de los mensajes, proliferan los espíritus vanos y vagos que se alimentan de la simpleza. Un registrador debe ser personaje exquisito en manejar y apartar conceptos, casos y cosas para poner en orden lógico la barahúnda de intereses propios y de valores comunes. Así que “Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político” es un chute de memez del que deberíamos apartarnos por peligro de linguodependencia.

Parece que con el término “federal” va a ocurrir lo mismo. Quizá necesitamos rever de nuevo las películas que nos presentan la particular historia de los Estados Unidos gracias a su concepto insurrecto –coetáneo de la Revolución Francesa- y a su encaje y zurcido pluriestatal…o pluricolonial, como ustedes quieren registrar el registro.

Algunos se asustan de la expresión España Federal quizá los mismos que se cruzan de brazos e ideas ante la España de las Confederaciones Hidrográficas donde impera la dejadez de caudales ecológicos, de vigilancia, mantenimiento y recuperación de cauces de policía. Quizá los mismos que adoran la Confederación Helvética. Sin dudas.

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