Dudas de papel /
GOYO TOVAR

Hay dudas que aparecen quincenalmente porque mi fábrica así lo diseña; es más, para que mi fábrica funcione ajena a las disquisiciones de Montoro, tiene establecido que al menos debe elaborar una duda cada quince días. Funciona tan bien la empresa, que suelo tener en stock materia suficiente incluso para exportar fuera de la región, así que no les debe extrañar que esta quincena la aproveche para mostrarle una duda universal, interminable por inabarcable,… una duda cierta.

Sabrán que estas fechas que estrenan el otoño se alegran con la concesión de los diferentes premios Nobel que, como todas las alegrías, en la casa del pobre no siempre se reciben con alborozo. A la gente como nosotros, nos han enseñado a mostrar simpatía por la concesión del Nobel de Medicina aunque sigamos sin saber lo esencial de la Fisiología. Digo esto porque lo que en verdad nos importa es que el premio haga lo suyo a la persona o al grupo de investigadores que en salud algo nos remedie. Sobre todo porque así lo quiso la voluntad de Don Alfredo: que los resultados de la investigación en el terreno de la Ciencia repercutan positivamente en la mejora de las condiciones de vida entre los humanos.

Quizá el sueco no atisbó a cifrar que el mayor descubrimiento para el bien vivir siempre está alejado de las guerras y por eso el último en instituirse fue el Premio Nobel de la Paz. Otro premio, tampoco instituido por su mecenazgo es el de Economía; galardón que nunca vio con buenos ojos los herederos de la familia; es más, siguen guerreando contra su concesión. Yo no soy de la familia; pero me sigo negando a galardonar a personajes con estudios contradictorios y que para nada remedian la hambruna de Somalia, la lacra de los sin trabajo o las miserias de las favelas brasileñas.

He vuelto a pedir la desaparición de tal premio y que, en su mal lugar, se otorgue el de Ecología ciencia cargada ya de estudios de pajaritos y arbolitos que han descubierto la rigurosa dependencia de la especie humana de los apaños y costumbres del resto de las especies vivas y de otras condiciones aparentemente muertas e inexistentes. Por ejemplo, la dependencia del ozono troposférico o del abandono en el tratamiento de las aguas residuales de la ciudad de Cáceres.

¿Lo dudan?

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