La puesta en escena de esta obra de Miguel Murillo, dirigida por José A. Raynaud y promovida por la productora cacereña Ex3 Producciones, tendrá lugar el 1 de abril

Federico García Lorca conoció en 1934 al joven Juan Ramírez Lucas, el que fue su amor desconocido, y es esta relación inédita durante varias décadas la que recoge la obra del dramaturgo extremeño Miguel Murillo ‘El último amor de Lorca’, cuyo montaje teatral, dirigido por José Antonio Raynaud y promovido por Ex3 Producciones, tendrá su estreno nacional en Cáceres. Será el próximo 1 de abril en el Gran Teatro, desde donde seguirá su gira por Extremadura y el resto de España. Basada en hechos reales, la obra reivindica el amor y recrea el contexto social, político y musical de la época de la República; y en ella Murillo ha escenificado a un Lorca “lejos de cualquier tópico, y tan humano que dejara al descubierto el amor y la pasión que tuvo con Juan Ramírez”.
En el escenario un total de 7 actores, algo poco habitual en las actuales producciones teatrales, que son: JC Corrales, interpretando a Lorca; Miguel Pérez Polo, que da vida a Juan Ramírez Lucas; Concha Rodríguez en el papel de la actriz Margarita Xirgu; Ana Franco, como la directora del club de teatro Anfístora Pura de Ucelay; Rüll Delgado, interpretando al actor Andrés Morales; Raquel Palma, como la cupletista Maruja Argüelles; y Javier Herrera en el papel de Otoniel Ramírez Lucas, hermano de Ramírez Lucas. La escenografía del espectáculo la ha concebido el conocido artista plástico y escenógrafo Nacho Lobato; la composición musical corre a cargo de David Lerman, con varios discos de oro en el mercado; el diseño de luces David Pérez, premiado a nivel nacional e internacional por sus montajes; y para el extenso vestuario Pepa Casado ha recuperado piezas auténticas de la época y adaptado trajes de las firmas de Armani o Gucci para los trajes de Lorca. Y uno de los elementos destacados del montaje, la música, que cantan en directo los actores. “A Lorca le gustaba rodearse de artistas, cantantes de copla, como la Argentinita”, señalaba el autor de la obra, que abre ‘El último amor de Lorca’ con la canción ‘Anda jaleo’, interpretada por el personaje del poeta acompañado por la mayoría de los personajes de la obra.

Fiel a la época
El espectáculo reconstruye parcialmente los últimos años de la vida de Federico García Lorca, asesinado en agosto de 1936 en Granada, y que poco antes, en julio de ese año en Madrid, se había despedido de Juan Ramírez; y recrea el entorno social y político en el que se mueven los personajes.
En la época “había un movimiento de represión que estaba acabando con las oportunidades de muchos de los intelectuales y que llevó a muchos de ellos, como Margarita Xirgu, al exilio (nunca más volvió a España) o a la muerte”, señalaba el director de la obra, José Antonio Raynaud, quien añadía que en este montaje se evidencia precisamente “como se truncó para mucha gente un camino de posibilidades, tanto intelectual como socialmente, y sitúa a Federico García Lorca y a Juan Ramírez en un contexto social, pues no solo se trata de contar su historia de amor, sino también como este grupo de personas vivieron sometidos”.
No obstante, el centro vital de esos años, tal y como aparece en este montaje, es ese hecho no divulgado hasta hace poco, la relación de amor de Lorca con Juan Ramírez, que ejerció como crítico de arte, murió en 2010 y dejó en su herencia materiales relacionados con Lorca, como un diario, dibujos, poemas, una carta… En ‘El último amor de Lorca’ , declaraba su propio autor, Miguel Murillo, está presente la reivindicación del amor. “No se trata de una defensa de la homosexualidad, sino una defensa del amor, una reivindicación del derecho de las personas a amarse; la homosexualidad no es el telón de fondo de la obra, sino el amor, la manifestación del amor”, matizaba Murillo.
Se recogen, en definitiva, “las alegrías, las penas, las frustraciones, su pasión y sus amores, el universo de Lorca y la vida más palpable, más carnal”. Murillo indagó en libros, cartas y diversa documentación para construir su pieza teatral, que discurre “en una atmósfera de muerte”. Es, concluía el propio Murillo, “una tragedia, aunque con algún toque de humor, pues Lorca no era el amigo pedante que se puede presuponer de un intelectual, sino que contaba chistes de lo más atrevidos; era un cachondo y eso está en la obra, a pesar de la tragedia que sobrevuela por encima”.

avuelapluma /

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