El iceberg – Microrrelatos
Víctor M. Jiménez

Quizás fui muy ingenuo y no supe leer en sus ojos lo que sus labios callaban. Creía entonces que el arte de amar se practicaba de forma superficial, igual que una capa de pintura ligera. Desconocía que lo que se veía no era más que la punta del iceberg y, como tal, quedaba oculta la porción más grande y peligrosa.

Años más tarde interpretaba, sin mucha dificultad, el lenguaje que se expresa sin palabras, pero entonces no era más que un mal alumno de primero de amores.

No llegué a licenciarme. Algunas disciplinas me resultaron imposibles, y eso que me convalidaron varias asignaturas con la práctica de relaciones esporádicas de una sola noche. Mi deseo de convertirme en maestro quedó enterrado en el cajón de los sueños utópicos. Ahora ejerzo por mi cuenta como profesional autodidacta.

Artículo anteriorLos GEOS retoman la búsqueda de Pablo Sierra en el río Guadiana
Artículo siguienteEl Centro Nacional de Desaparecidos habilita un formulario para informar sobre Pablo Sierra

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí