Historias de Plutón /
JOSE A. SECAS
Como cualquier hecho que acontezca cíclicamente: cada temporada, curso o estación; al socaire de la llegada de un nuevo año, nos encontramos los típicos artículos, programas, opiniones y reportajes que hablan -un año más- de lo de siempre… Volvemos a hacer acopio de tópicos dando voz a los mejores -a los mismos- deseos, a pensamientos manidos de tanto repetirse, a palabras vacías y huecas colocadas casi siempre en el mismo orden. Es muy difícil ser original en estas fechas. El “status quo” te sitúa en un camino transitado y conocido donde salirse del guión está muy mal visto y es prácticamente inviable. Son tantos siglos de tradiciones, de repeticiones, de ritos, de consumación de hechos tan irrefutables como inevitables, que solo podemos rendirnos a la evidencia, convivir con las circunstancias y aceptar que somos herederos de otros hombres que antes estuvieron aquí viviendo una vida distinta en la forma pero similar en el fondo. Somos insignificantes en un mundo que aún le quedan muchas vueltas que dar sobre sí mismo y alrededor del sol.
Partiendo de esta premisa que nos coloca a ti y a mi, justa y humildemente, en igualdad de condiciones que otros hombres, en cualquier época de la historia de la humanidad y en cualquier punto del globo terráqueo; me enfrento, por propia decisión, a un artículo de opinión próximo a un nuevo cambio de ciclo: la llegada del año 2014. Esta opinión, destilada como un licor, quiere huir de las edulcoradas y bienintencionadas feliciteisions y japicrismas al uso, de los ánimos y estímulos de manual de auto-ayuda, de consejos y recomendaciones de gurús, listillos, famosos, líderes y sabios que, como hombres que fueron, también están (o estarán) criando malvas y que, seguramente, por cada frase lapidaria que se recoge en su correspondiente entrada de la wikipedia, metieron la pata (como todo bicho viviente) cientos de veces.
Ya he dicho que es prácticamente imposible salirse del guión a la hora de reflexionar sobre el momento presente y sus circunstancias, plasmar la actitud que, se supone, hemos de exhibir en el cambio de ciclo y exponer con palabras el pensamiento recurrente, aprendido, cacareado, difundido, inculcado… y ser medianamente diferente. Voy a intentarlo por encima de las revisiones del periodo, de los propósitos para el siguiente, de los anhelos para un futuro incierto y de esos sentimientos impresos en nuestro ADN que, sin quererlo, nos asaltan o nos abrazan -según, depende- en estos “días tan señalados”. Mi -llámalo equis- aforismo, anécdota, frase, greguería, sentencia, chiste, proverbio, adagio, chascarrillo, máxima, dicho, pedrada, axioma, glosa, oración, expresión, proposición, consigna, eslogan, historieta, fórmula, pensamiento… es muy simple y, me temo, que no del todo original: “Hagamos lo que nos dicte la conciencia”; y añado: espero que cuando tratemos de ser consciente, nuestro pensamiento no se contamine (mucho) de nuestra experiencia y de nuestra educación. Difícil pero no imposible.