A-5-Step-Guide-To-Using-Social-Media-in-Crisis-Management

Cánovers /
Conrado Gómez

Nos escondemos en los números. Estamos demasiado acostumbrados a revestir todo de un tufillo cuantificable que nos aleja de las personas. Medimos, comparamos, analizamos la realidad como si fuera un gigantesco gráfico. Nos hemos convertido en muñecas hinchables con la risa impostada que sobreviene a un ictus repentino. Nos hablan de muertes por malnutrición, de bajas civiles en guerras o de refugiados que abandonan sus casas y nos quedamos como si fueran solo un número. Una cifra cobarde la que esconde la realidad y la ignominia de las instituciones que miran para otro lado. La sobreinformación provoca insensibilidad. Los muertos en accidentes de tráfico representan un 1% menos respecto del período anterior. ¿Y qué? Qué dato es ese para celebrar con algarabía tal despropósito. Enmascaran los atropellos humanos con la pátina de los números. El paro acumulado es inferior al del trimestre anterior. ¿Y entonces? ¿Las familias que no llegan a fin de mes se sientan a felicitarse por tan magno acontecimiento?

Desde que alguien inventó los datos los periodistas solo buscan la maldita cifra olvidándose de las historias que componen la realidad, millones de fragmentos que arroja la estela de un cometa. Por eso las campañas son cada vez más agresivas, porque la atención se ha perdido en un agujero negro en algún punto del limbo. Son eternas siestas con los ojos abiertos. Estamos sobreexpuestos al drama. Convivimos con el sufrimiento ajeno en una suerte de espectáculo para evadirnos del día a día. La crisis ha colaborado en aumentar la dosis de Valium mediático para llevarnos al matadero ideológico, allí donde tener criterio propio es un vicio como otro cualquiera.

Maldita crisis que se ha llevado por delante más de 260 mil pacientes de cáncer, según han publicado en un reciente estudio investigadores de Harvard. Recesión que ha hecho descender el gasto sanitario en los países de la OCDE. De esa maldita cifra, 160 mil pertenecen a Europa. Y uno se pregunta cómo es posible que en este llamado primer mundo la crisis haya provocado tal cantidad de muertes por enfermedades que deben tener asegurado un tratamiento digno. En épocas de bonanza es populista presumir de cobertura social, pero las vacas flacas dejan al presuntuoso con las vergüenzas al aire, y en este caso, una cifra, maldita cifra, tan escandalosa como esclarecedora.

No aparece en primera página y probablemente ustedes no verán cerrar con esto ningún informativo —quizás sí en La2 Noticias— y, paradójicamente, la misma cifra que deshumaniza es la que convierte el drama en algo noticiable. Si los investigadores no hubieran publicado en la revista médica “The Lancet” este estremecedor dato no hubiera pasado solo desapercibida, sino seguramente omitida.

No les queda más remedio. Sean de datos. Miren los kilos que han perdido en comparación al mes anterior. No les importe si se han dejado un dineral en cenas fuera de casa. Piensen que tienen otro período comparable para enmendar el derroche.

El mundo es de cifras. Malditas cifras.

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