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Mi ojito derecho /
Clorinda Power

Durante la cabalgata de Reyes de Madrid sucedió que una señora, exdiputada del PP y miembro destacado de FAES, prendió una mecha publicando el siguiente tuit: Mi hija de 6 años: «Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad.» No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás. Cayetana, que así se llama la señora, mostraba así su indignación (y entiendo que la de su hija, si es que la niña tiene edad para sufrir indignación) por los trajes poco ortodoxos que vestían los Reyes en la cabalgata, generando miles y miles de comentarios en Internet (la gran mayoría poniéndola a parir en todas las redes sociales y medios de comunicación), y poniendo la guinda al pastelazo que hemos tenido que soportar muchos durante estas fiestas: Manuela Carmena también se quiere cargar la Navidad.

Manuela Carmena también se quiere cargar la Navidad, además del modo de vida occidental, porque si no, no se entiende que incluyera reinas magas (como también lo hizo el papa), ni se entiende que reutilizara las tribunas vips de la cabalgata para cedérselas a niños con movilidad reducida (hasta ahora destinadas a los hijos de los políticos de la ciudad), ni que abriera el palacio de Cibeles para que ciudadanos sin recursos cenaran en Nochebuena (por primera vez en la historia de este ayuntamiento).

La señora del tuit, muy lista, quiso prender la mecha de la indignación cuidadana. Porque a ver a quién no le duelen los niños, a ver. Y a ella, su hija, le duele y mucho. A mí también me duele, claro. Me duele la cabeza de ver a una señora utilizar el comentario, de entre los doscientos que haría la niña aquella tarde, para prender una mecha.

Intento imaginar a esa niña durante la cabalgata: abatida, destrozada y amargada durante horas. Y no lo consigo porque seguramente la niña disfrutó con las luces, la música, las carrozas y hasta con los Reyes, aun vistiendo trajes de mentira. O eso es lo que intentaría cualquiera, que una niña disfrutara de la Navidad, aunque a su madre, primero Carmena y luego Internet, se la hayan querido fastidiar.

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