Carlos Manuel Villalobos, ganador del XXXIV Premio de Cuentos
Carlos Manuel Villalobos, ganador del XXXIV Premio de Cuentos "Ciudad de Coria"

Este viernes continuamos con las entrevistas a los premiados de los certámenes literarios de la Diputación de Cáceres. En esta ocasión es el turno de Carlos Manuel Villalobos, ganador del XXXIV Premio de Cuentos «Ciudad de Coria» organizado por el área de la Cultura de la Diputación de Cáceres.

Su obra Inferus fue galardonada gracias a los relatos que la componen, inquietantes y que pueden generar malestar, moviéndose entre lo insólito y lo mágico. Hablamos con él para conocer un poco más sobre sus cuentos y su trayectoria.

¿Cómo surge la idea de escribir ‘Inferus’? ¿Qué querías transmitir con esas historias?

Los tópicos de la incertidumbre que suele desarrollar la literatura fantástica me han intrigado desde hace tiempo. De hecho, en un libro anterior titulado Curación de la locura, publicado en Costa Rica en el 2020, ya había explorado esta temática. Inferus es la continuación de ese proyecto que ahora amplío con mayor conciencia narrativa. Estos cuentos fueron redactados en el contexto de la pandemia y pos-pandemia del COVID-19. Dicho escenario me permitió acceder a situaciones que lindaban con el absurdo, el miedo, las paradojas cotidianas y las narrativas de la conspiración. Al unir estos elementos fueron surgiendo historias que igualmente tocan la perplejidad y lo irracional. Fue así como, por ejemplo, surgió la idea de un pueblo paranoico que construye un muro para evitar que lo contagien los vecinos; o el cuento que habla de las maniobras perversas de una empresa farmacéutica que inventa un producto para manipular a las personas a través del miedo. Me propuse recrear mediante metáforas e hipérboles el imaginario que desestabilizó a la humanidad durante esas fechas. Considero que estas historias son, de algún modo, un exorcismo necesario para que salgan poco a poco los fantasmas que acumulamos.

El presidente del jurado, el escritor Eloy Tizón, definió ‘Inferus’ como “historias de terror con humor negro y crítica social”, ¿cómo la definirías tú?

Fue una gratísima sorpresa que el escritor Eloy Tizón presidiera el jurado. Conozco su trabajo y tenía noticias de su prestigio. Me parece que la definición que hizo a propósito de mis cuentos evidencia que leyó a profundidad el libro. Su interpretación es muy válida pues, en efecto, creo que Inferus es en el fondo una sátira social y como tal, se alimenta de lo absurdo y lo jocoso. El tinte del humor, sin embargo, no siempre es del todo negro, pero claro que abunda este tono. El horror, que yo defino mas bien como estupor o perplejidad, también circulan en estas páginas. Es lo que sostiene la intención de lo fantástico, entendido como aquello que provoca extrañamientos en lo intrínseco de la historia y también en el sabor que les deja a los lectores el final de cada cuento. La idea es que el problema planteado no se resuelva y que siga martillando con su intriga.

En tu trayectoria has recibido varios premios y reconocimientos, ¿cómo te sientes tras ganar uno más con este XXXIV Premio de Cuentos “Ciudad de Coria”?

Escribo por pasión y me he propuesto hacerlo con disciplina. Sostengo con Horacio que la labor de la lima como él llamaba a la reescritura es muy necesaria en esto de armar arquitecturas con la palabra. Creo que la rigurosidad me ha servido para coincidir con algunos jurados, pues entiendo que el trabajo de juzgar los textos persigue ese mismo principio. Un premio, sin embargo, no siempre es la garantía de excelencia, pero si se suman reconocimientos, el artista puede por lo menos saber que va por buen camino. El Premio de Cuentos “Ciudad de Coria” es uno de los certámenes más apetecidos del mundo hispano, pues lo respalda una larga trayectoria de 34 versiones. Es un privilegio sumar el nombre a esta historia y máxime que, según el veredicto, la decisión se dio por unanimidad.

Has escrito poesía, narrativa o ensayo, ¿en qué género narrativo te sientes más cómodo o cuál es el que más te inspira?

Empecé a escribir poesía y siempre me he considerado poeta, pero alguna vez un vaticinador de esos que recurren a las artes del ocultismo se empeñó en decirme que me veía sentado en la sala de los grandes narradores. Por si acaso eran ciertos sus augurios me atreví a cultivar el cuento y la novela. No me ha ido mal. He recibido reconocimientos nacionales e internacionales en ambos géneros y ahora no distingo en cuál formato me siento más cómodo, porque a fin de cuentas soy escritor y mi mundo es la palabra.

Luego, por fascinación, incursioné también en el ensayo. Soy como el pintor de técnicas mixtas. Busco temas para mi escritura y encuentro que estos, según su naturaleza, me indican el género apropiado. Lo más íntimo se lo dejo a la poesía. Lo fantástico se lo entrego definitivamente al cuento. La investigación histórica la ocupa la novela y en el ensayo pongo a fuego lento todo aquello que quiero repensar desde los linderos de la teoría. Esta pluralidad me funciona, quizá porque soy disperso y el pasar de un proyecto a otro, en mundos diferentes, me reanima constantemente.

En todo caso, si tuviera que marcar una sola opción escogería la del poeta, pues a fin de cuentas lo poético trasciende la estructura de los versos. Friedrich von Schlegel creía en la noción de poesía progresiva y con ello aseguraba que lo lírico cabía en todos los géneros. Creo en dicha tesis. De hecho, cuando gané recientemente un certamen en Jaén con mi novela Donde Nadie, el jurado destacó como una de las virtudes la impronta poética que atravesaba el libro.

¿Tienes nuevos proyectos en mente?

Es inevitable. Tengo varios proyectos en proceso. A unos les falta reposar el éxtasis que sucede cuando uno acaba de escribir. Otros están en la etapa de la angustia que ocurre cuando faltan solamente los últimos detalles. En esta etapa anda una novela y un libro de ensayos. Y por último están los esbozos: apuntes que a veces aborto si noto que podría nacer un adefesio.

¿Cómo conociste este premio desde Costa Rica y te animaste a participar en él? ¿Es la primera vez que participas?

Hay una página en Internet: “escritores.org”, donde se publicitan la mayoría de los certámenes literarios en lengua hispana. Gracias a la información que suministran supe del concurso. Me animó la trayectoria y el respaldo de la Diputación de Cáceres. No había concursado antes, pues el libro estuvo listo hasta hace poco. De hecho, el cuento “El basilisco”, que fue el último que escribí, lo concluí este mismo año, unos días antes de enviarlo al concurso.

¿Son necesarios este tipo de certámenes como el que organiza la Diputación de Cáceres para fomentar el trabajo literario? ¿Qué consejo le darías a los futuros participantes?

Los certámenes literarios cumplen al menos dos funciones primordiales. 1) Motivan la producción literaria pues además de respaldar económicamente a las personas escritoras, suelen ser oportunidades para escoger una obra que, según el criterio de un jurado, merece ser publicada. 2) Son instituyentes históricos, pues dejan constancia de los criterios estéticos de cada época y ayudan a conformar el canon literario del momento.

A estos puntos agrego que certámenes como los que organiza la Diputación de Cáceres son necesarios para afirmar internacionalmente la lengua y la cultura hispanas. Es una tarea necesaria porque cohesiona nuestra herencia común más allá de las fronteras. Yo escribo en un barrio de San José, en un rincón de Centroamérica y, gracias a esta iniciativa, tuve eco en la mirada de un grupo de lectores que me juzgaron en Extremadura. Es una experiencia gratificante. Por estas razones, recomiendo participar. Cáceres ofrece varias opciones, de prestigio y trayectoria, a las que se puede recurrir de manera gratuita y desde cualquier lugar del mundo.

FuenteAvuelapluma
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