Violencia de género, feminismo

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Desde mi ventana /
Carmen Heras

«Cherchez la femme» es una expresión francesa que significa «Busca la mujer». Procede de una novela de Alexander Dumas: «Los mohicanos de París». Viene a querer decir que cuando algo funciona de manera rara, hemos de buscar (y aquí podría entenderse en sentido admirativo o peyorativo) a la «chica»…

Hace muy poco se ha celebrado el Día contra la Violencia de Género. Todos los expertos recalcan que una de las maneras de prevenir contra ella es insistiendo en la Coeducación. Coeducar equivale a educar (desde la práctica) a hombres y mujeres en uno de los derechos fundamentales establecidos en las leyes de cualquier democracia: el que defiende que todos los humanos hemos de tener las mismas oportunidades, independientemente del sexo o de la renta familiar…

En los últimos tiempos pareciera (y ojalá no fuese así) que las nuevas generaciones de jóvenes creyesen que defender ese derecho no tiene sentido hoy, por haberse logrado amplia y universalmente. Lo notas cuando hablas con chicas y chicos de entre 18 y veintitantos años (incluso mayores), al ver que su modo de comprender la vida y las relaciones es mucho más conservadora en planteamientos vitales, que el de las juventudes de años anteriores, e impregnan los roles de ambos sexos. Curiosamente parecen confundir las cotas de igualdad y libertad genéricas para cada género con el trato social semejante en algunos de los quehaceres diarios (como fumar o salir de noche, por ejemplo)

Las familias, en general, no son demasiado exigentes en estos asuntos. En la mayoría, el trabajo de ambos progenitores y los horarios, permiten que los hijos pasen mucho tiempo solos. Suele hablarse poco y sin profundidad de éstas u otras cuestiones, la televisión encendida presidiendo las comidas, a la vez que un cierto «coleguismo» en la forma de entenderse con los hijos ha suplantado la verdadera relación de respeto paterno- materno filial lógico. Y al ejemplo.

Las administraciones, más o menos teóricamente, se han preocupado por la cuestión, aunque lleguen hasta donde puedan. La puesta en marcha del Estado de las Autonomías con su percepción mucho más cercana de los problemas, hizo que se organizaran en cada Comunidad las Unidades de igualdad de género, que en general han trabajado bien. Poniendo en marcha planes integrales y proyectos de actuación con tareas específicas, al objeto de prevenir tamaña lacra. Se han preocupado, además, de incorporar tareas extraescolares al currículo, llenas de objetivos educativos concretos, han publicitado las carencias y debilidades, han incidido una y otra vez en lo positivo y atrayente de una sociedad igualitaria…han atendido a las víctimas y a los hijos.

Qué ocurre entonces? ¿Porque cada vez, en mayor número, a muchas mujeres nos parece que estamos caminando hacia atrás, o como poco nos hemos quedado estancados en planteamientos antiguos? Planteamientos que, aunque se manifiesten subliminalmente y no se visualicen por el gran público, influyen en la conducta diaria de hombres y mujeres.

Supongo que porque la sociedad en su conjunto va por delante de las habilidades y destrezas construidas por los humanos para desenvolverse en ella. Y porque cualquier planteamiento educativo tarda en «prender» y nunca obtiene resultados inmediatos, si además los roles contra los que trabaja son incrementados por otros (en apariencia) estímulos de mayor éxito. Aún así, hay que insistir siempre.

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