Historias de Plutón
José A. Secas
Lo que está pasando en Alburquerque es muy triste. Lo dice un cacereño que en su viaje de luna de miel hizo escala en este magnífico pueblo extremeño y se quedó encerrado en su castillo, que tocó con su grupo Percance Laplace en los ’80 que ha disfrutado de su Festival Medieval más de una vez, ha vibrado en algún concierto de Contenpopranea, ha comido jamón y ha visto el horizonte desde lo más alto de su fortaleza en un 360º único y espectacular.
Las causas por las que este fantástico pueblo está en bancarrota, los culpables, los cómplices, los instigadores, los permisivos, los ignorantes, los indiferentes y muchos más actores de esta tragedia me traen al fresco. El pasado hay que revisarlo, depurarlo, aprender de él, patatín y patatán, pero gastar energía en protestar, acusar, llorar, reprochar, atacar, quejarse y dar pena sin poner encima de la mesa alguna solución que aporte y contribuya al cambio y al progreso, no sirve para nada.
Desde un alto a 70 km de distancia donde vivo, mirando al oeste, en un día de atmósfera limpia, sé ubicar perfectamente el punto estratégico donde se yergue su imponente castillo. Siento una conexión especial con este pueblo y me da mucha pena la situación de las personas que sufren las consecuencias de la ruina municipal. Ante esta situación que me ha dado tanto que pensar se me ha desatado la imaginación y he divagado con un plan disparatado y distópico en el marco de la ciencia ficción.
Imagínense que la deuda de los pueblos se pudiera comprar como la de las empresas o los clubes de fútbol. Algo parecido hizo Jesús Gil con Marbella. Compras voluntades y votos inyectando dinero para luego recuperarlo con creces y explotar el pueblo como una mina. Así me imagino a un Alburquerque privatizado cuyas abundantes riquezas gastronómicas, paisajísticas, históricas, patrimoniales y humanas terminen rendidas a los pies de cualquier multimillonario que quiera tener una joya para él solo y termine instándose a vivir en su castillo.
Espero y deseo que esta idea no me la robe un ricachón y se empeñe en hacerla realidad. Ojalá las administraciones superiores competentes solucionen el asunto y el pueblo pueda salir de ese pozo donde no se merece estar. De paso, aprendamos de los errores y no permitamos que la mala gestión de quien sea arrastre a la desgracia a los ciudadanos de este o cualquier otro pueblo. Un poco de generosidad ahora y de control luego. No pido más.