elecciones120713

Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Ahora que hemos «inventado la pólvora» porque «hemos inventado» las primarias, conviene recordar que nunca las realidades suelen ser en blanco o negro.

Con esta prisa que nos agita y esta «democratitis» que nos inunda, tendemos a olvidar que antes de ahora ya «existía el mundo».

Siempre le cuento a los estudiantes que hay cuestiones que ya están inventadas. Inventadas y comprobadas por otros tan o más sabios que nosotros. El pasar por la vida creyendo que unos son tontos y otros listos es muy peligroso. Sobre todo porque es falso. Y ya se sabe que apoyarse en la falsedad suele dar malos resultados.

Porque vamos a ver, el método de elección para un puesto no lo es todo. Importa, que duda cabe, pero si se elige entre opciones chiquitas siempre obtendremos algo chiquito. Como cuando elegimos entre ver un programa de diversión intranscendente u otro. Siempre veremos algo intranscendente.

Una organización que se precie nunca va a tontas o a locas. Más, cuando se juega los votos que aseguren los candidatos que luego defenderán sus siglas. El partido socialista siempre fue considerado «una maquinaria extraordinaria» en las etapas electorales. De ahí que los candidatos, en la mayoría de las ocasiones, fueran elegidos con cuidado, sopesando aquellas características propias que los hicieran ganadores. En un determinado sitio, en un contexto.

Y hay que recordar que los candidatos y candidatas siempre fueron elegidos democráticamente, al menos desde el punto de vista formal. En las ciudades de mas de veinte mil habitantes, el candidato o la candidata ha sido elegido (desde que yo recuerdo) por el órgano de dirección (la ejecutiva local) y luego, una vez planeada la lista de personas para ir con él o ella, una asamblea de todos los militantes era la encargad de dar el si o el no a la candidatura.

El método de elección para un puesto no lo es todo

De ahí que resulte tan estrambótico que personas que han venido respetando este proceso, absolutamente democrático, digan ahora que todo lo hacía el dedo del jefe y que los tiempos han cambiado. También antes, podía presentarse más de una persona para ser candidato (de hecho, algunos competimos con otros por la secretaria general cacereña, por ejemplo). Allá cada cual, si en su momento no dijo nada estando en contra, allá cada cual si no se atrevió a competir, allá cada cual con sus miedos o servidumbres, de los que no puede echarse la culpa al sistema. O al líder mayor del momento.

¿Quiere esto decir que me parece mal la forma de elección de las primarias? No, por Dios, claro que no. Lo que intento explicar es que el método, la forma, no lo es todo. Importa la calidad de lo que se elija. Aquí y en todas y cada una de las facetas de la vida.

E intento decir que las decisiones (de presentarse o no, de elegir, etc) necesitan del pensamiento, de la prudencia, de la mesura. También de la osadía. Y que no necesariamente todo el mundo sabe de todo, ni está preparado para todo, ni siquiera psicológicamente.

Dejar las aguas correr, sin freno ni canalización, puede ser muy hermoso e incluso considerado como una maravilla de la naturaleza, pero si se desbordan produciendo inundaciones y desgracias, con la misma facilidad que antes se ha defendido la libertad del líquido para discurrir libre, muchos gritarán contra la falta de previsión de un sistema o de unas gentes. Cuando ya no haya remedio. Y algunos sabemos de lo que hablamos.

Gobernar no es fácil. Liderar tampoco. Los grupos suelen estar compuestos por personas distintas, a pesar de que algunos se empeñen en intentar poner un uniforme para todos. Y cualquiera no vale, ni tiene dotes para hacerlo. Ni tiene las actitudes necesarias. Aunque tenga los votos.

Los pueblos sabios consultan a sus mayores. Y los respetan. Son una garantía. Aquí y ahora, no todos entienden esto. En fin…

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