Con ánimo de discrepar /
Víctor Casco

Llevaban banderas de España que agitaban rabiosos, algunos con ira, algunos con odio. Mientras los coches de la guardia civil salían de los cuarteles camino de Cataluña, declarada en rebeldía al decir de nuestro gobierno y juzgada por sediciosa al decir de nuestro imparcial Fiscal General nombrado por nuestro gobierno, el grito de “A por ellos” terminó por hacerse presente. Inevitable hacer las comparaciones con aquellas otras despedidas entusiastas, brazo en alto, de la Legión Azul que marchaba a morir en masa en la URSS, en el que sería el mayor fracaso militar del Mando militar nazi y el comienzo del fin del Tercer Reich.

Durante demasiados años hemos estado alimentando rencores mutuos. El “Nos roban” en Cataluña ha sido parte central del discurso de un partido acosado por corrupción que necesitaba justificar su incompetencia política y sus recortes trasladando su responsabilidad a otros. En Moncloa, donde también se ha instalado el otro gran partido acosado por corrupción, se respondió alimentando el odio a todo lo catalán. Fue tras la terrible e infame campaña del PP contra el Estatut en 2010 cuando una parte importante de los cuadros dirigentes de los nacionalistas catalanes decidieron volverse independentistas.

La solución más fiable es pactar una consulta con todas las garantías, acordando la pregunta, la fecha y las consecuencias

El PDCaT y el PP del 3%, ambos partidos con sus tesoreros imputados por corrupción, con juicios pendientes por contratos amañados y con diputados, alcaldes y viejas glorias a la espera de sentarse en el banquillo, se han estado retroalimentando durante años y nos han abocado a una crisis sin precedentes cuya única respuesta está siendo la policial y la represiva: es decir, la peor respuesta posible, la que no soluciona nada y enquista durante generaciones el conflicto.

Este 1 de octubre se celebra una consulta que no tiene ninguna garantía. Cataluña no podrá declarase independiente. Pero ¿cuántos miles de catalanes más se sumarán al independentismo? La solución más fiable, la única posible que permite restañar heridas y atisbar el poder construir un futuro conjunto, es pactar una consulta con todas las garantías, acordando la pregunta, la fecha y las consecuencias. Como en Quebec. Como en Escocia.

Que el “A por ellos” del odio y el rencor, se transforme en un “Por todos nosotros”.

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