Cánovers /
Conrado Gómez

No sé si les habrá pasado alguna vez. En medio de la tranquilidad de su hogar, del remanso de paz que consiguen crear en el salón de su casa, de repente, un chupinazo tímbrico prorrumpe con inusitada insistencia. Abren la puerta y se encuentran a dos tipos sonrientes con una cazadora roja, azul o naranja hablándoles de lo afortunados que son porque “justo un día como hoy” se han asomado a su vida para ofrecerles algo que no podrán rechazar. Y a usted, que convivía con su red ADSL y un fijo para hablar con su familia, le descubren las bondades de la televisión por cable, la fibra óptica y un par de líneas móviles asociadas para sus hijos de 3 y 5 años. Les dice que no lo necesita, que vive bien así y tiene cubiertas sus necesidades. Pero les da igual. ¿Qué significa “necesidad” en una economía de frenesí consumista? Insiste y les dice cortésmente que se vayan. Hacen oídos sordos. ¡La oferta termina hoy! ¿Qué oferta? La que todavía no ha aceptado. Consigue que finalmente abandonen el umbral de su puerta con la promesa de que se lo pensará. Y ahí viene el error: le llamarán, le llamarán y le llamarán. No habrá tregua en su apacible vida. No admitirán un ‘no’ por respuesta. Son sicarios de la cobertura. Cobran por esparcir cadáveres de contratos firmados. Y si han pensado que la gestión telefónica les ahorrará complicaciones lo pagarán con desesperación e incredulidad. Le freirán a llamadas. Una voz diferente cada vez para empezar de cero e impedir retomar la conversación en el punto que la dejó. No hay argumentos. No hay prórroga emocional ni días festivos. Tienen un pinganillo y un sistema que les empuja a vomitarte un número de palabras. Te llamarán en domingo, por la noche, en Nochebuena, en tu cumpleaños. Te llamarán desde números ocultos, con distintos prefijos, son el cobrador del frac de la telefonía. Te ofrecerán llamadas ilimitadas, terminales a precios imbatibles, millones de trillones de gigas de datos para que navegues hasta la extenuación, para que llegues más lejos que Cristóbal Colón. Pero ojo, porque ellos saben que tú sabes que existe un acuerdo tácito para dejarse engañar y hablar de la letra pequeña es ordinario. Como muerdas el anzuelo vendrán las condiciones ocultas, las permanencias, el sobrecoste de los datos… vendrá lo mismo que tenías antes porque se trata de que sigas en ese estado de sedación consciente al que nos somete la industria de las telecomunicaciones en España, que lleva aplicando tarifas abusivas desde hace años. Porque la red la tienen amortizada y con nuestros impuestos totalmente rentabilizada.

Se trata de cobrar al usuario lo que puede pagar. No hay precio ni tasa pública real. ¿Cuánto valen sus servicios? Depende. Sí, depende lo que nos quede en la cuenta a fin de mes después de pagar la luz, el agua, el gas… todo lo que de un tiempo a esta parte se ha convertido en un lujo para muchas familias.

¿Se puede revertir esta situación? La única posibilidad es que involucionemos hacia el modo de vida de nuestros padres y abuelos. El embudo cada vez se estrecha más y sólo si damos un paso atrás podremos ganar el espacio de libertad que tenían las generaciones que nos precedieron. Quizá con menos comodidades pero con la garantía de que nadie les despertará en mitad de la noche para increparles porque han dejado de necesitar algo totalmente prescindible.

En 2017, repensemos.

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