orbit-flight-weightlessness-cosmonaut-survival-suit

Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

Lo dijo sin pensarlo, sin pensarlo en ese momento (pero bien asimilada la idea, la imagen de él más allá del Cinturón de Kuiper bien digerida y asentada en su celebro), porque antes, con anterioridad, y en numerosas ocasiones, sí que había fabulado con un viaje interestelar, largo, complicado y sin una posible vuelta a la Tierra (paaaa-papapa-paaaannnnn, “lost in the space”!!!). Estaba en el programa televisivo semanal al cual le invitaban (él tenía el suyo propio, dedicado a diseccionar el arte, las artes escénicas, la música y la literatura desde el plano psicoanalista, y también, con mucha seriedad, y guasa a la vez, con el método Paranoico-crítico de Dalí bajo el brazo, o en el regazo), y en el fragor de la tertulia (habían hablado, cómo no, de política, independencia, economía, estado, nación, paro, fútbol, infantas y tonadilleras) alguien le lazó la pregunta, “¿tú te irías, como esos dos españoles, uno informático y otro físico, que han sido seleccionados para ir a Marte en un viaje sin retorno?”. “Sí, claro, por supuesto, además creo que yo soy el más indicado… cierto que no soy matemático, ni físico, ni cosa similar, pero como psiquiatra creo que antes que nadie debe ir, a donde sea, alguien interdisciplinar y sin miedo, para analizar el comportamiento humano en distancias tan largas más allá de nuestro mundo. Sí, claro que iría. Mañana mismo”.

¡¡¡Y le crionizaron, sin cerebro, a Lenny Cravich!!!

Y le contactaron no los de la NASA ni de ninguna otra agencia espacial conocida, no, y le hablaron de cierta salamandra siberiana que es la única que sufre un proceso de congelación total, y también le hablaron de un ultimísimo sofware por si su cuerpo sufría “cualquier percance fatal” (así lo expresaron) para que su mente pasase, sin problemas, a un programa informático y poder “recuperarlo” (a él) más adelante, cuando otros científicos se incorporasen al programa/proyecto. “¿Qué tipo de cuerpo elegirías para llevarte de recambio?”. “¿Hablan en serio?”. “Sí”. “Pueeeesss, no sé, así de repenteeeeee… varón, de buen peso, ancho de hombros y mulato, claro”. ¡¡¡Y le crionizaron, sin cerebro, a Lenny Cravich!!!

En Marte todo está saliendo a pedir de boca (los asuntos científicos y técnicos no me están, como narrador, permitidos transmitírselos a ustedes). Una vez allí ha abierto ciertos compartimentos de la nave yyyyyyy, ¡¡¡sorpresa!!!, tres chicas, morena (voluptuosa), pelirroja (delicada) y rubia (elegante) le esperaban. Y además, durante el viaje, tuvo una revelación, un Apocalipsis (ya, ya lo sabemos, esto es poco científico, perooooooo, pero es lo que hay), y desde que está allá, en sus horas libres, cuando no lee sobre el universo y/o ciencia en general (o poesía, o a Montaigne, “ese amigo”), cuando no escribe informes y su diario de a bordo, cuando no se comunica con La Tierra, o cuando no conjuga el verbo amar con sus tres amantes (por cierto, es su esclavo enamorado, de las tres; “el cuarteto infernal”, haciendo eco de aquella expresión medieval que hablaba del “amor cortés, o la pareja infernal”), digo, que cuando no hace lo propio, construye, con ahínco, un campo de golf de dieciocho hoyos. “A los de fuera, con los que contactaremos, tarde o temprano, sé que les gustará esta cosa. Lo sé, les gustará, sí”. Y esa fue su revelación, su Apocalipsis, que se contactará con “los de fuera” (lo del golf, es una chifladura por su parte, se cree que debido al viaje, él jamás había jugado antes al golf).

 

Artículo anteriorDespués de la anomia
Artículo siguienteLa gestación premeditada de los “escándalos”

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí