La bruja Circe
Lo llamamos la fiesta del amor y nos aglomeramos a poner cupidos, que por cierto eran de otra religión, un dios pagano hijo, dicen, de la bella diosa Venus Afrodita.
San Valentín era un obispo cristiano que se opuso a que a los soldados se le negase el derecho a contraer matrimonio, o sea que no pudiesen casarse.
¿Y porque Roma hacia esto? Pues fácil, ellos decían que era para que el soldado se centrase en sus campañas y no en su esposa, pero no era cierto porque en la mayoría de las campañas, las mujeres y los hijos acompañaban a los soldados y que no se reconociera la pareja no quiere decir que no existiera, pero al no existir legalmente, no había herederos a la muerte del soldado y la tierras que se le adeudaban por años de campaña, regresaban a las arcas de sus generales y empleadores.
Así que san Valentín es para los casados, o para comprometerse a ello. No para los devaneos, encuentros, roneos, ni aun para la pasión que no implica compromiso. Aquí se trata de matrimonio, que es crear un estatus legal, para la maternidad y los niños que puedan venir, para que lleguen dentro de la legitimidad.
No es el día del amor, pero si lo queremos así, todo está bien. La moda es la moda.
San Valentín, fue un disidente del régimen, un luchador por sus criterios y pensamientos, unió en matrimonio cristiano a muchos soldados que lo tenían prohibido por ley. Como todos los luchadores, fue perseguido y castigado. Ahora todo eso se ha olvidado pero ya que usamos su nombre, merece un respeto.
Por eso, este pequeño homenaje entre corazones y maripositas de color rosa, anillos de acero, colgantes y ropitas a Valentín, el disidente, el luchador, el que cambio las normas en beneficio del albedrío de aquellos soldados y por tantos de la humanidad.
Y es que cada uno de los logros por la libertad es digno de ser recordado y cada victoria, mantenida.
Si estáis muy enamorados, pues a gozarlo cada día. Feliz San Valentín amig@s.