Las crónicas de Cora
Cora Ibáñez

¿Qué extraña fuerza provoca que ocho personas se unan para ofrecer una exposición colectiva?

Prima la ilusión por mostrar las sensaciones que se intuyen en cada vertido de pintura, y en cada movimiento, intencionado o espontáneo, de mezclas cromáticas en un lienzo o en un trozo de madera.

La idea primigenia de esta técnica, a parte de la más básica, consiste en sonsacar individualmente todo el arte que cada persona llevamos dentro y que en muchas ocasiones ni si quiera habíamos intuido en esa presencia que nos ocupa un espacio incierto en nuestra mente: pensamientos cotidianos, evocaciones encontradas, intuiciones coloristas… Toda una gama de inquietudes que nos ayudan a realzar nuestra personalidad y plasmarla en un soporte.

Si analizáramos una a una las obras que se exponen, hasta el día 4 de octubre, en la Sala BelleArte, nos contarían un estado de ánimo concreto o un momento de fugaz intuición, e incluso la felicidad recóndita de aquel segundo en el que todo era perfecto y la mente se abstrajo desnuda de reflexiones comunes.

El arte fluido tiene un mensaje oculto que, solo profundizando en el conjunto final, se puede extraer y estudiar para vislumbrar todo un mundo camuflado que, seguramente, solo haya existido en la mente de cada artista un segundo, pero que, inevitablemente, quedará plasmado para la eternidad.

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