La bruja Circe
Para relajarte, meditar, encontrar el lugar interior donde esta tu equilibrio y tu alegría, te ayudará proyectarte imaginariamente en otra forma de vida te ayudará a centrar tu atención en el momento presente. En el ejercicio siguiente te proponemos que sientas ser un árbol, pero este pequeño viaje podrás hacerlo también con una flor, una mariposa, un pájaro o lo que tú prefieras.
Visita un bosque o un parque que te resulte agradable y encuentra un árbol de tu predilección. Observado atentamente mientras tu respiración se relaja y se hace lenta, tan lenta como pueda serlo la savia del árbol ascendiendo por su interior. Concéntrate en cada uno de los detalles y rugosidades del tronco, ramas y hojas.
Ahora da la espalda al árbol y, con los ojos cerrados, imagina que te transformas en él. Empieza por los pies: visualiza cómo se metamorfosean en raíces y se hunden en la tierra fecunda. Te anclan a la fuerza de tus ancestros de la tierra.
A continuación imagina que tus extremidades inferiores adquieren una consistencia leñosa que se extiende inexorablemente por todo tu cuerpo. Alza los brazos: se transfiguran en ramas que buscan su camino hacia el cielo y la luz imagina como se sentiría el árbol, al alcanzar la luz al sentir la solidez de duración tronco, la vitalidad de su sabia. Tu cabeza será la copa del árbol, sacudida por el viento, llena de risas de alegría, de inspiración. Una vez completa la transformación, imagina la vida interior del árbol. ¿Cómo son ahora tus sensaciones? ¿Cómo percibes el mundo exterior? ¿La percepción del tiempo es más lenta o más acelerada que la de un ser humano?
Medita en tus sensaciones mientras respiras pausadamente. Cambia de nuevo a ser humano en sentido inverso: desde la cabeza y los brazos, descendiendo por el tronco y hacia las extremidades inferiores, tu cuerpo recupera su ser de carne y hueso. Por último, desentierra las raíces del suelo y empieza a caminar, atento siempre a la respiración. Ponte en su lugar y veras la riqueza de la vida.
