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Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

El nombramiento tuvo todos los ingredientes que han caracterizado la gestión política de Mariano Rajoy: apenas dos minutos después de comparecer ante el Congreso de los Diputados y tras perder su Investidura, explicando que la nota de prensa se publicaba para los medios españoles pero teniendo en cuenta el horario de EEUU (sic) y justificando que el nombramiento del ex ministro mentiroso y evasor de impuestos Soria para un cargo muy bien remunerado en el Banco Mundial es fruto poco menos que de un concurso público al que concurrió en tanto que funcionario de carrera.

En otras palabras: mentiras y esperpento; una acumulación de embustes, falacias, trolas y engaños por obra de nuestro Gran Tahúr del Manzanares que aguantó 48 horas; el escándalo fue tal que incluso llegó a indignar a una parte de los dirigentes territoriales del PP, obligando finalmente a retirar la propuesta.

José Manuel Soria tuvo que dimitir como Ministro del Gobierno de Rajoy tras ser pillado con el carrito de los helados: varias cuentas en paraísos fiscales desde las que evadió dinero. Tras intentar sortear el vendaval mediático con las más alambicadas excusas (desde el tradicional yo no sé nada hasta el es que las cuentas bancarias se visten como putas) la acumulación de pruebas resultó tan abrumadora que tuvo abandonar su puesto en La Moncloa. “No puede haber ministros con cuentas opacas al fisco” había dicho Montoro, compañero y enemigo de partido. Claro que, a lo que se ve, sí podía estar de ejecutivo en el Banco Mundial en representación de España.

Al evasor Soria se le ha intentado otorgar un puesto de tronío gracias a que cinco Secretarios de Estado que dependen del Ministro de Economía lo señalaron con el dedo: éste es el elegido. Era el único candidato. El suyo pudo haber sido el concurso público más opaco de la historia: sin tribunal independiente, sin pruebas conocidas ni convocatoria previa y sin opositores.

Podemos decir muchas cosas de Mariano Rajoy (todas malas), pero como Capo di tutti capi del PP, Don Mariano intenta cuidar de los suyos: en la mafia popular, mientras callen y no rebelen los secretos ante los jueces, siempre hay premio, aunque sea de consolación.

Y aunque hoy todo se ha truncado, no hay que perder de vista al que ya es el miembro más breve de la ejecutiva del Banco Mundial: tal vez en tiempos más despejados nos volvamos a encontrar con el señor Soria en otro nombramiento del Boletín del Estado.

Mientras siga el Partido Popular y Rajoy en la Moncloa, no hay enmienda posible al fango que nos cubre. Es como pedirle a los capos de la Cosa Nostra que se suiciden: no lo van a hacer. Don Mariano tampoco. La suya es una lucha por sobrevivir, pues sabe que tal vez sin la cobertura de la inmunidad como Presidente del Gobierno termine sus días declarando ante un Tribunal.

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