Manuel Martínez Mediero (Badajoz, 1939), dramaturgo de amplia trayectoria, autor crítico con una obra marcada por la transición política,  que ha gozado de gran éxito, sobre todo en la década de los 70. Actualmente, sigue siendo un prolífico autor y se confiesa descontento con el trato que se da a la gente de su gremio.

¿Sigue usted descontento con el trato que se le da a la dramaturgia en España?
Buff. Es horrible. Sucede que ahora salen autores hasta de debajo de las piedras. Aquí parece que todo el mundo está capacitado para escribir teatro… El teatro se ha democratizado hasta el infinito y se ha perdido la originalidad y el talento. El talento no es democrático. A mí el teatro actual ha dejado de interesarme. Ya no voy. Cada vez que me invitan a ver una obra de teatro me dan un disgusto horroroso… (risas).

Sigue usted escribiendo obras aunque no se representen…
Sigo escribiendo. No escribir iría en contra de mi naturaleza. Ahora me dedico también a investigar, a encontrar nuevos caminos, nuevas formas de narrativa. A leer todo aquello que no he leído y a regresar a Shakespeare permanentemente. Una labor ya de vieja…

‘Las hermanas de Búfalo Bill’ fue un gran éxito. ¿Cómo lo recuerda?
Se mantuvo mucho tiempo en cartel y se representó por toda América latina. Se representaba en los lugares más insospechados. Ocurrió lo mismo con ‘El convidado’ que se llegó a representar hasta en las sacristías, cuando comenzaron a aparecer los primeros curas obreros y progresistas. Tengo siempre un público muy fiel, pequeño, pero que siempre está ahí.

“Cada vez que me invitan a ver una obra de teatro me dan un gran disgusto”

Desde el punto de vista empresarial, ¿cómo ve el teatro en España?
Bueno, pues, hay empresarios que lucen buenos abrigos de visón…
Me refiero a aspectos como la subida del IVA cultural…
Eso repercute en los más desgraciados. Los más listos, los que terminen siempre con buenas subvenciones en los bolsillos; así que no tienen mayores problemas. Pero más allá del IVA cultural hay que fijarse en el talento, que ni se crea, ni se destruye, independientemente de las decisiones del gobierno de turno. Se tiene o no se tiene. Y de talento andamos escasos en este país.

Su obra ha estado marcada por la Transición, ¿cómo analiza esos años ahora con el paso del tiempo?
(Risas) Todo eso, yo creo que sale ya casi de esta entrevista, eh. Eso es complejo. La Transición ya estaba absolutamente planificada, y nadie se movió demasiado de ese marco previamente establecido. Igual que se ha planificado la mala educación, la ordinariez y que cada día haya más analfabetos. Eso es lo que hay.

Eduardo Villanueva /

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