El Clúster del Turismo de Extremadura celebra un encuentro en Cáceres

Dudas de papel
Goyo Tovar

Ya sabemos que el futuro siempre es dudoso; sin embargo, a la gente le encanta viajar allí y aventurar el regreso, que es lo que sucede cuando uno se atreve a indagar. Nuestra mangurrina provincia disfruta de un pasado quizá desconocido, de un presente anodino y de un futuro que se compondrá según y conforme con nuestras convicciones. Nos faltan muchas cosas; eso sí, nos sobra incluso orgullo para airear que los de la Extremadura Baja son belloteros y nos conformamos con ocultar que la mangurria no es sino un gorrito inservible. Con la sensación amarga de que la parte inferior de la bellota es todo fruto y la de arriba, mero y vacuo adorno.

Como remedio para ir pregonando ahora lo que conviene hacer saber, también se ha dado cuenta la fundación “Cáceres Capital” de que nuestra principal ciudad no tendrá un futuro ilusionante si no se cifra el porvenir en una estructura industrial, que con sólo turistas y funcionarios no avanzamos. Dicen que eso puede solucionarlo un CLI, pero hasta ahora yo no percibo tal reivindicación de forma aguerrida por parte de ninguna organización sindical, política, financiera, empresarial o universitaria. Conjuntar esta panoplia es la primera necesidad y como se cultiva mejor el recelo que la colaboración, lo mismo este semanario lanza una primera invitación y recibe un Premio Avuelapluma.

Dado por próximo el noble ferrocarril, lo único que nos falta es el mar

Un CLI (Centro Logístico Intermodal) es una cosa bien pensada; un gran núcleo de actividades comerciales e industriales rodeado de conexiones varias de transportes diversos y ágiles a la vez que poderosos, que tenga a la ciudad como polo de gestión administrativa y de recursos ideológicos. Creo que si utilizásemos la imaginación con la misma fuerza que derrochamos críticas, hasta nos iría mejor el presente.

Podría enclavarse en la gran cruz viaria (A-5, A-6) que es esencial pero insuficiente porque las capitales de las provincias extremeñas carecen de una unión por autovía. Ésta serviría para que la mangurria no se desprendiese de la bellota, y viceversa. Dado por próximo el noble ferrocarril, lo único que nos falta es el mar. Bien, la verdad entera es que nos falta también tierra comunicada -ya por ferrocarril, ya por autovías- y buena parte del aire si coincidimos en que el aeropuerto de Talavera la Real nos cae un pelín lejos.

¿Quién da el primer paso?

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