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Lunes de papel /
Emilia Guijarro

Hoy es lunes, y, seguramente, durante el fin de semana que acaba de terminar muchos jóvenes se habrán emborrachado. Es su forma de ocio. Deberíamos preguntarnos que está pasando con nuestros jóvenes para que nos enteremos de noticias como la de la muerte de una niña de tan solo doce años, en un parque de Madrid, por una borrachera, mientras celebraban un botellón.

La noticia ha corrido como un reguero de pólvora y ha llenado de pena y horror a nuestra sociedad, pero ni es ni ha sido la única muerte que se produce por esta causa. No hay más que repasar las hemerotecas. El consumo de alcohol generalizado entre nuestros jóvenes los fines de semana es algo habitual. Vemos pasar por nuestras calles todas las noches a pandillas enteras con sus bolsas del súper llenas de botellas buscando el lugar apropiado para pasar la noche bebiendo sin parar. Esto está pasando ante nuestros ojos sin que la demos la importancia que merece.

Estamos ante un problema de salud pública por las consecuencias que tiene para el desarrollo futuro de su salud y de su calidad de vida. Son muchos los estudios que sobre este tema se han realizado en nuestra comunidad autónoma y en todo el país, pero la realidad y sus trágicas consecuencias siguen estando de actualidad. Los servicios de urgencias de los hospitales es un buen referente para conocer la magnitud del problema.

Los estudios más recientes nos dicen que la edad media de consumo de alcohol ha bajado considerablemente y que los jóvenes se inician más pronto, también nos dicen que beben más las chicas que los chicos, y que ni unos ni otros son conscientes de las consecuencias que tiene.

En estos momentos la sociedad española está inmersa en muchos debates educativos, sobre la conveniencia a no de hacer deberes, sobre las reválidas, sobre los contenidos, sobre la religión, sobre horarios y vacaciones y sobre otros muchos temas que afectan a su vida futura. Creo que el cuidado de la salud y la lucha contra las adicciones debe ser un tema importante en la educación.

Muchos de los chicos no son consciente de las consecuencias de sus borracheras, lo consideran un hecho divertido y sin importancia. Ceden ante la presión del grupo, ante la curiosidad de probar nuevas sensaciones, ante los cantos de sirena de la publicidad. La educación es clave para que conozcan las consecuencias de un consumo exagerado. Porque sucesos como el que comentamos nos alarman en el momento, pero hacen poco por despertarnos del sopor de lo cotidiano. Todos somos responsables, establecimiento que venden, familias, autoridades permisivas, y sociedad en general.

Educación y Vigilancia debería ser un binomio clave para evitar un problema que nos afecta a todos, del que se habla constantemente, pero en el que se avanza poco.

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