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Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

Hace veinticinco años (el tango decía que “veinte años no son nada”… ¡ja!, en un solo año, ¡en un solo año!, como escribió Shakespeare El Grande, pueden pasar muchas cosas, <<hacerme rico, morirse un rey o hablar un caballo>>) que la Tuna, así, genéricamente, sin especificaciones (de colores en farolillos o becas), le canta a la patrona de esta bella y carpetovetónica ciudad en la Plaza del Duque. Un buen día del año del Señor de 1991, el que por entonces era jefe (yo también lo fui, jefe, digo; me coronaron en un bar y me guillotinaron en otro, je, je) de la Tuna de Derecho, Benedicto “Rana” Galán (hijo del entonces Mayordomo Mayor de la Virgen de la Montaña, Fernando Galán, al que yo suelo decir, haciendo mía la frase de Peridich, al encontrármelo por las calles, peatonales o no, de esta ciudad, “señor conde, cuando el bosque se quema, algo suyo se quema”), digo, que nuestro jefe, Bene, propuso, cuando dábamos cuenta de las exquisitas croquetas caseras en el bar de don Juan, en la antigua Facultad de Derecho (cuando el Rectorado no había confundido, todavía, “campus” con “ager”), en la Casa de la Generala, ir a cantarle a la Virgen. Dijimos que sí, y hasta hoy (el miércoles día 20 de abril, a las 20:30 horas, estaremos, con los trastos de matá, en Las 4 Esquinas).

Este año celebramos los tunos, que no tunantes, de Cáceres (La Talada), los veinticinco años que llevamos cantándole a nuestra patrona, la de todos los ciudadanos (¿saben que la Virgen tiene el carnet de la U.G.T.? La inscribió en dicho sindicato algún meapilas por miedo a que los anarquistas, tan iconoclastas ellos, ¡parecieran luteranos, joè!, la jodiesen/quemasen; en fin, cosinas de esta ciudad), y me fastidia, sinceramente, que estamentos ajenos a la religiosidad (yo soy creyente, y a veces, hasta practicante) la acaparen y la sigan en procesión (y pienso en militares, policías y políticos), ¿no estamos en un país (paígg) laico? Pues eso, y por mi parte creo que se deben terminar con prácticas horteras y obsoletas como es darle a la Virgen el bastón de mando de la City, así, como si fuera la sheriff de Nottingan (que por cierto, salió muy malparado gracias a Robin de Locksley).

Hemos quedado (los tunos) un par de horas antes (cuando estaba en activo, con la Tuna, todo el día era festivo) en cierto garito cercano al punto de encuentro con nuestra patrona; se afinarán las bandurrias y las guitarras, nos encontraremos viejos y jóvenes (abrazos, anécdotas, historias, ausencias), cantaremos, reiremos y nos echaremos al colete unos buenos bebercios. Se elegirá la canción que interpretaremos, bailando las olas, a la patrona, y en el sitio de siempre (“como un clavo”), con la ayuda de los hermanos de carga, haremos nuestra más bella actuación del año, y el día siguiente, jueves 21 de abril, volverá a ser un día como otro cualquiera: casi cinco millones de parad@s, los patriotas llevándose la pasta fuera de su patria, políticos que no sirven a la ciudadanía y poco más (horas antes, frente a la Virgen de la Montaña, sentíamos que éramos eternos; maldito/maravilloso espejismo). ¡¡¡Viva la Virgen de la Montaña… Ríu!!!

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