Desde mi ventana /
Carmen Heras

Expone Ada Colau, Alcaldesa de Barcelona, lo que muchos de nosotros ya sabemos: que una cosa es «decir» y otra «hacer» en política, sobre todo si se trabaja en lo municipal, donde la fuerza diaria de los problemas obliga a ser muy efectivos sin dejar de ser analíticos y obliga a portarse muy ecuánimemente y de forma nada sectaria. Se debe gobernar para todos.

Lo explica bien, la entrevista es una muy buena entrevista, en Ctxt (Contexto y Acción).

Los regidores de grandes ciudades tienen el privilegio de ser oídos por capas grandes de la sociedad, de forma mucho más profunda que los de otras localidades más pequeñas por tener, en principio, mayor cantidad y pluralidad en la interpretación y también mayor influencia propia. Barcelona no es una excepción.

Habla Ada Colau de la importancia de construir una red de ciudades. Tampoco es nuevo el asunto. Todos cuántos hemos sido regidores municipales hemos caído en el encanto de esta estructura ciudadana. Porque influye de verdad en la vida de las personas y a la que éstas sin distinción acuden, cuando lo precisan, tenga (su gobierno) competencias (o no) en la resolución de sus problemas. Es lógico, pues, que se busque una organización conjunto de muchas, para tener más fuerza en los objetivos comunes a todas ellas.

A los ayuntamientos se les pide, no sólo que mantengan y mejoren los servicios básicos, sino que realcen todo lo que afecta a la vida de la gente, empezando por el empleo, siguiendo por la construcción e incentivación de la cultura, pasando por los servicios sociales y la erradicación del abandono escolar. Todo esto y mucho más, mezclado en una coctelera y aderezado con los informes correspondientes. Sin demasiado presupuesto.

La democracia que tenemos es representativa. De ahí que sean los partidos políticos quienes presenten en cualquier elección a sus candidatos, bajo unas siglas y unos programas, pero el escaño es de la persona que lo ostenta por lo que, a veces, se produce en algunos políticos la tremenda duda de si debe dejarse este, ante alguna situación grave de relación no fluída con la organización de la que procede. E incluso hemos asistido a la inconfundible paradoja de que habiendo servido con integridad al pueblo, una votación del mismo desaloje al regidor y luego el propio partido también le de la espalda al considerarle no útil ya para sus intereses. Con frialdad.

Tal vez haya llegado la hora de que cada quien se presente con sus propias capacidades y su propia trayectoria, dando respuesta directa a sus representados. Explorada suficientemente la democracia representativa, tal vez no estuviera de más ahondar en la directa. No parecen ir los tiros por ese lado, si nos atenemos al aumento en los Presupuestos Generales de la financiación de los partidos políticos. Al menos, mientras gobierne el PP. Y eso puede durar mucho.

 

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