UNICEF trabaja en más de 190 países y territorios a través de diferentes programas y comités nacionales. Una de las líneas de trabajo más importantes es la que desarrollamos en el ámbito de la atención primaria a niños menores de 5 años y a sus madres.
Lamentablemente, en el mundo, unos 15.000 niños y niñas mueren cada día antes de llegar a su quinto cumpleaños, tres de cada cinco bebés no toman leche materna en la primera hora de vida y, solo en Yemen, 400.000 niños sufren desnutrición aguda grave y su vida corre peligro.
Estos datos son inaceptables. El mayor reto y compromiso de UNICEF es convertir en CERO el número de muertes infantiles por razones evitables. Estamos hablando de asistencia sanitaria de calidad en el momento del parto, lactancia materna durante el primer año de vida del bebé o acceso al agua potable. Estamos hablando de dignidad y de derechos humanos básicos que hoy no ven cumplidos millones de niños y sus familias. Cada año 5,4 millones de niños menores de 5 años pierden la vida por causas que se pueden prevenir.
Todos los niños merecen una oportunidad equitativa y digna, merecen “vivir”, merecen alcanzar un desarrollo pleno
Los datos también evidencian una creciente desigualdad y la falta de equidad en muchos países. El riesgo de que un recién nacido muera varía en gran medida en función de dónde nazca. Los bebés que nacen en Japón son los que más probabilidades tienen de sobrevivir, con una proporción de solo un fallecido de cada 1.111 durante los primeros 28 días de vida. En cambio, en Pakistán se registran las peores estadísticas: 43 de cada 1.000 recién nacidos –es decir, 1 de cada 23– mueren antes de cumplir un mes de vida. De los diez países con las tasas de mortalidad de recién nacidos más elevadas, ocho se encuentran en África Subsahariana y dos en Asia Meridional. En España, esa tasa es de dos bebés fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos.
Por otra parte, hay países con menores tasas, pero en los que el número de fallecimientos es más alto, debido a que su población es mayor. Entre ellos se encuentran India, Nigeria, República Democrática del Congo y Etiopia.
Las tasas de mortalidad nacionales esconden, a menudo, variaciones dentro de los países que desvelan otros factores determinantes. Los bebés cuyas madres no han recibido educación tienen casi el doble de riesgo de morir durante el período neonatal que aquellos cuyas madres cuentan al menos con la educación secundaria. Y la probabilidad de que los bebés nacidos en las familias más pobres mueran durante el período neonatal es un 40% mayor que la de aquellos bebés nacidos en las familias menos pobres.
Otro elemento clave tiene que ver con la atención sanitaria. La escasez de trabajadores de la salud y de matronas bien capacitadas significa que miles de personas no reciben el apoyo vital que necesitan para sobrevivir. Por ejemplo, mientras que en Noruega hay 218 médicos, enfermeras y parteras para atender a 10.000 personas, esa relación es de 1 por cada 10.000 en Somalia.
Son datos inadmisibles; en pleno siglo XXI los niños no pueden seguir muriendo por falta de recursos. UNICEF tiene el firme propósito de erradicar estas muertes; hemos avanzado, pero aún no es suficiente.
Es tarea de todos revertir estas cifras, es tarea de todos conseguir que todos los niños y sus familias tengan un presente y un futuro dignos, con acceso a todos los servicios básicos mínimos. Porque todos los niños merecen una oportunidad equitativa y digna, merecen “vivir”, merecen alcanzar un desarrollo pleno y asegurar que lleguen a celebrar su quinto cumpleaños.
Con un compromiso global por los derechos humanos, entre todos conseguiremos cero muertes por causas evitables.
Carmelo Cascón Merino
Presidente UNICEF Comité Extremadura