La bruja Circe

Nada es todo cambia, esta es la frase más conocida de la tabla esmeralda, incluso en el leve y rápido tiempo que dura una vida humana.

Cambiamos del bebé inconsciente y dependiente que necesita el afecto y sobre todo los cuidados, a el niño travieso que experimenta la fuerza, los limites sin miedo, que vive en el presente, en cada hoy, disfrutando tanto de sus rabietas como de sus alegrías y juegos.

Después una sistemática y lenta doma para encaminarnos por unas sendas, las que estén en boga en ese momento y el hacernos creer que somos el centro del mundo, nos trasforman en escolares, obedientes y egoístas, pero bastante dóciles para ser de la raza humana. Cuando la doma, llamada educación se incrementa, se produce una etapa de lucha, entre las hormonas juveniles que borran de golpe todo el sistema educativo y solapan sobre el al cerebro primitivo. Claro que no creemos que no nos dejan ser nosotros mismos y que nos quitan la libertad, no nos tratan, decimos como adultos. Pero a la vez, esperamos ser cuidados, se nos den todo los caprichos y ser atendidos y alimentados como bebés.

Esa etapa nos lleva por fin a una independencia, que aún es a costa de nuestros mayores unas veces, para prepararnos y lograr un trabajo, otras para exprimir una vida de juergas y desastres, colgándose de los padres como chupópteros profesionales.

Después en una forma u otro, bien porque logramos acomodarnos en una profesión, sea por formación o por interés en un tema concreto, o porque vamos malviviendo o buscándonos la vida, de mil modos, que muchas veces, rondan el peligro.

Y comenzamos otro camino que mientras estás en él no nos deja ni tiempo ni ganas para ver el paisaje y vemos solo los setos del jardín. Es decir lo cercano. Muchas, trabajos, hojas, retos que se nos presentan, a veces pareja que se rompen, otras obsesión por el trabajo. Y sin darnos cuenta con cada experiencia logramos una aprendizaje y a veces hasta una sabiduría. Justo, justo, justo. Cuando toda esa sabiduría no vamos a poder utilizarla.

Así que si hoy te agobias por un problema. No te preocupes demasiado, mañana o mañana  habrá pasado. Feliz semana.

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