Mi ojito derecho
Clorinda Power
Tengo una compañera de trabajo que nació en Brasil, de una madre brasileña y de un padre italiano. Hace poco que sus padres abandonaron São Paulo para mudarse a Londres, donde hace años emigró su otra hija con su marido británico, y donde nació su primer hijo (y donde nacerá muy pronto el segundo). Mi compañera, antes de venir a Madrid, ya había vivido en Reino Unido. Gracias a su nacionalidad europea (recordemos que su padre es italiano), no tuvo problemas para formalizar su situación, primero en Reino Unido y después en España.
Hoy caminamos juntas camino de nuestra oficina en Londres, adonde hemos venido 3 días a aprender de los mejores. Me cuenta mi compañera que su padre, con trabajo y casa (cuyo alquiler comparte con su esposa, su hija, su yerno y su nieto), y con sus papeles ya en regla, enfermó de cáncer cuando ya residía en Londres. Desde entonces, no ha dejado de recibir requerimientos de las autoridades británicas para que aporte la documentación que acredita que reside en la ciudad (un contrato de trabajo y otro de alquiler). De lo contrario, tendrá que abonar los costes derivados de su tratamiento médico.
Gracias a su nacionalidad europea no tuvo problemas para formalizar su situación
La conversación se interrumpe cuando mi compañera se acuerda de que España acaba de recuperar la sanidad universal. Y yo me acuerdo de que le puedo explicar todo lo que ha pasado con Montón y lo que está pasando con Villarejo, pero que es ella la que sabe que ahora todos volvemos a ser iguales ante la sanidad española, sin necesidad de contrato de trabajo o empadronamiento. No sé si es por su falta de dominio del español, o por su educación y forma de entender la vida y de ver el mundo, que no me ha dicho nada parecido a “y por cosas como la sanidad universal, en España va todo tan mal”. Al contrario, yo creo que un poquito de admiración nos tiene. Y yo a ella, por saber separar la paja del trigo (aunque ni siquiera sepa qué significa esta expresión).
