Con ánimo de discrepar
Víctor Casco

No son cinco descerebrados. No son cinco perturbados. No son cinco excepciones. Los cinco hombres que una noche de san Fermín se llevaron a una chica para violarla y vejarla, grabar sus “hazañas” en video, colgarlo en un chat privado para provocar las risas y los comentarios obscenos de otros amigos que no pudieron acudir a las fiestas, robarle el teléfono a su víctima y dejarla tirada en el suelo, humillada y rota, son cinco hombres que llevan consumiendo desde su infancia una imagen clara y rotunda: ellos son los machos; y la mujer, la hembra, está a su plena disposición. Es un mero objeto de diversión y su única función es aceptar y callar. Cuatro de esos mismos violadores, dos meses antes, habían drogado a otra joven para abusar de ella en un descampado.

Es urgente que rompamos de una vez con esa cultura heteropatriarcal que pondera lo “masculino”

La manada son miembros de un grupo de ultra de fútbol de ideología de extrema derecha y entre ellos se encontraban un guardia civil y un militar. Si de mí dependiera, éstos dos últimos deberían tener una pena de condena mayor, un agravante, por su condición de autoridad, teóricamente encargados el uno, de hacer cumplir la Ley, el otro, de defender a su país y a sus habitantes.

Las bestias – porque eso sí que lo son – que penetraron salvajemente a una muchacha en San Fermín son el exponente más crudo y terrible de eso que hemos llamado “cultura heteropatriarcal” y que permite que aceptemos sin indignarnos demasiado que una mujer puede ser discriminada laboral y socialmente y, para quienes se han puesto hasta arriba de ideología machista, ser en última instancia objeto de golpes, violaciones, abusos y otras violencias.

Y es urgente que rompamos de una vez con esa cultura heteropatriarcal que pondera lo “masculino” (símbolo, nos dicen, de lo fuerte, de lo viril) por encima de todo y que se nos inculca a través de la escuela, la familia, el entorno y la televisión. Esa misma cultura heteropatriarcal ha pretendido culpabilizar a la víctima por dejarse violar (¿se imaginan un juicio por un atentado donde nos cuestionemos por qué la víctima del terrorismo “se ha dejado matar”? y cuestionar que tras ser objeto de semejante agresión, hubiera querido rehacer su vida. Urge, ya, enterrar el machismo que durante demasiados siglos ha gozado de impunidad.

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