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Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

El Derby de Kentucky se celebra en el Churchill Downs de Lousville el primer sábado de mayo, deben recorrer los caballos purasangres de tres años una milla y cuarto, y para los entendidos en la materia (Fernando Savater entre ellos) son “los dos minutos más excitantes del deporte”. El otro día leía a Manuel de Lope en La Revista De Occidente (¡¡¡toma!!!) escribir sobre dicho evento, de cierto hotel y de cierto bar/lobby; pero se me quedó corto, por la extensión (ya saben, los viajes físicos para la publicación creada por Ortega y Gasset no son lo más importante, es el viaje mental el que mola, según ellos, y según Lolo Rico también, “un libro vale menos que un avión”, se decía en La Bola De Cristal), y por la no “materialización” de la carrera, y sin querer yo enmendarle la plana a nadie, esta es “mi” carrera, pero antes hablaré de la mente de los músicos.

De pie en un rincón, por aquello de la acústica, o de las manías de cada cual, en una de las salas de ensayos del Lincoln Center de NYC, Jabob Delafont escucha absorto a su amiga Aab Aeb “atacar” las Variaciones Goldberg (nacidas por la imposibilidad de conciliar el sueño del conde de Keyserlingk, embajador del Imperio Ruso en Dresde en 174…, que se las encargó a Bach para que las tocara, en horas de insomnio, su clavecinista de cabecera, Johaan Gottlieb Goldberg); la ha escuchado/visto en numerosas ocasiones, y esta pieza es su buque insignia, su carta de presentación, su “arte mayor”, sin embargo no está satisfecha, y su amigo sonríe y piensa, “no estará contenta jamás, la mente de los jodidos músicos tiende al infinito, hacia la perfección, hacia Dios, si este existiera, y nunca se conformarán con menos, de ahí su disgusto permanente con el mundo real y sucio en el que vivimos; solo viven para la música”.

Monta sobre Píndaro y está claro que no ganará el Derby de Kentucky, demasiado pesado y alto para tal lid, pero va a correrlo, y ha apostado a que el ganador será Nyquist. Salen. Galope tendido. Siente el bombardeo de su corazón en el pecho. Recta inicial algo pesada. Arena saltando como metralla. Fustas sobre caballos y jockeys. A su derecha White Hill, el caballo que más le ha gustado en el paddock. Tramitando la primera curva (izquierda) pierde posiciones, le adelantan Danzing Candy, Nyquist, Gun Runner, Outwork, Shagaf, y Tom´s Ready. Segunda recta con barro en el exterior, es ya solo un espectador privilegiado. Danzing Candy saca tres cuerpos a su perseguidor más inmediato. Segunda curva, Shagaf y Nyquist van a por el líder. Se hunde Danzing Candy. La carrera se convierte en un mano a mano, con un cuerpo de ventaja sobre los demás, entre Nyquist y Shagaf. Tercera recta. Larga, los caballos están exhaustos. Batalla entre Shagaf y Nyquist; gana este último (si llega a ser un poco más larga, Destin se hubiera llevado La Carrera Por Las Rosas). Como ha apostado por Nyquist está muy contento, satisfecho, feliz, y siente que el mundo es sucio y vil, sí, pero él, a diferencia de los músicos, no tiene una mente que busque la perfección (que está lejos de la bondad) sino la felicidad, y en este momento, con el viento en la cara y de pie sobre los estribos, lo está.

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