La bruja Circe

Vuelve el invierno a mitad de los días del otoño, y todas las catástrofes estelares que nos auguraban para el pasado mes, están con algo de retraso.

Y sí. Hay auroras boreales en muchos de los amaneceres y el mundo está regido por cuatro o cinco locos que amenazan ruina y misiles. Hay guerras enconadas hace meses y hasta años, y mucha gente sufre porque no llega, aunque se esfuerce, con lo que tiene para mantenerse.

Pero aún no ha estallado el 3I/ATLAS en 16 pedazos exactamente iguales, ni estamos allí para verlo. Aún no estamos en los museos como los dinosaurios, a pesar de los invasores (virus), estamos aún aquí.

Vuelve el invierno a mediados de otoño, comienzan las mañanas de los coches con los cristales helados. Los días de árboles navideños, de Santas, que parecen desesperados escapando por las ventanas de su secuestro.

Pero aquí estamos, vivimos, lo que nos toca vivir y lo hacemos como podemos, aunque nos dupliquen el precio de los huevos y a la vez se nos impida tener gallinas.

Por lo visto son las gallinas las que traen la peste aviar desde el norte de Europa. Eso es que las muy traviesas se escapan por las noches a visitar los fiordos.

!No te fastidia! ¿Pretenden hacernos herbívoros? Pues van a tener que conseguir que tengamos cuatro estómagos.

Pero aun así aquí estamos, sintiendo lo individual como si fuera universal y lo universal como si no nos afectara. Preocupándonos por todo menos por lo importante.

Esperemos que el invierno congele lo malo y lo deje quieto, lo destruya y eliminé y permita que lo bueno se refugié y se salvé. Bendiciones.

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