La infancia y la adolescencia viven hoy más conectadas que nunca y esto es una tendencia imparable. El 92,5% participa en, al menos, una red social y el 75,8% en tres o más. Incluso en los últimos cursos de Primaria, el 78,3% ya tiene presencia en alguna red. Pero el impacto de la tecnología va mucho más allá del ocio o la comunicación.
Este impacto se ve reflejado en el informe Infancia, adolescencia y bienestar digital. Una aproximación desde la salud, la convivencia y la responsabilidad social, elaborado por red.es, UNICEF España, la Universidad de Santiago de Compostela y el Consejo General de Colegios Profesionales de Ingeniería Informática. En él se consulta a casi 100.000 niños, niñas y adolescentes de toda España, por lo que se convierte en el estudio de mayor alcance a nivel mundial sobre el impacto de la tecnología en la infancia y la adolescencia de un país, doblando, por ejemplo, la muestra del último estudio realizado por UNICEF España en 2021.
Los resultados ofrecen una fotografía nítida de una generación hiperconectada y que, aunque más consciente de los peligros de internet, sigue enfrentándose a graves desafíos emocionales y de convivencia.
El uso problemático de las redes tiene consecuencias
Casi un 9% de los chicos y chicas de entre 10 y 20 años dedica más de cinco horas diarias a las redes sociales entre semana, una cifra que se eleva hasta casi el 20% durante el fin de semana. Este uso intensivo se asocia a mayor ansiedad, peor calidad de vida y mayor exposición a situaciones de acoso, ciberacoso o control en la pareja a través de medios digitales.
La falta de normas y límites en el uso de la tecnología, junto con un mal ejemplo por parte de los adultos, duplica las diferentes conductas de riesgo online. Por ejemplo, el porcentaje de chicos y chicas que pasa más de 5 horas al día en redes sociales los fines de semana es del 17,9% entre aquellos cuyos padres no usan el móvil durante las comidas, y asciende al 24,6% si los padres sí usan el móvil. Lo mismo ocurre con el consumo de pornografía (27,5% versus 34,3%) o aceptar a desconocidos en redes (31,6% frente a 40,3%).
Más de la mitad de los encuestados manifiestan cierta necesidad de desconexión digital y reclaman más educación digital, afectiva y emocional, acompañamiento adulto y hablar sobre salud mental y relaciones. Por ello, piden tolerancia cero al ciberacoso, acompañamiento familiar en el primer uso del móvil, y que se les tenga en cuenta a la hora de diseñar contenidos dirigidos a niños, niñas y adolescentes.
El bienestar digital… Una cuestión de salud pública
El uso intensivo y sin acompañamiento de la tecnología plantea desafíos que deben abordarse como una cuestión de salud pública, por sus efectos sobre el desarrollo físico, emocional y social de la infancia y la adolescencia. El estudio alerta de que el entorno digital aún no es seguro y reclama garantizar los derechos de la infancia online, equiparar la violencia digital a la física a efectos de protección y respuesta, regular el uso de móviles en los centros educativos y promover una respuesta conjunta – con una estrategia nacional específica – de instituciones, familias, escuelas y sector privado, con la participación activa de los propios menores.
























