Desde mi ventana
Carmen Heras

Me sorprende que nadie se pare a resaltar la indudable tenacidad de la Ministra de Trabajo con la subida de los salarios mas bajos y el aumento de subvenciones que pueden cobrar aquellos a los que se considera menos favorecidos por el empleo. Parece oportuno.

Pero también es una prueba bastante irrefutable de que el Gobierno ha tirado la toalla en la promoción de un empleo de calidad en este país. Mientras, los datos confirman la salida de mucho capital humano cualificado hacia el extranjero, rasgo revelador del fracaso evidente en la estrategia española de formación (el país invierte y, al cabo, muchas de sus cabezas mas preparadas se van, dejando a España sin ellas y su consecuente productividad; formamos y lo “aprovechan” otros países). Aquí incentivamos solamente un empleo de menor cualificación incrementando los salarios en esa franja, en vez de potenciar, a la vez y debidamente, que una persona cualificada encuentre en su tierra un trabajo valorado y retribuido. Dicho de otro modo, y con todo mi respeto para ellos, avanzamos hacia múltiples trabajos de camareros/as, muchos de ellos formados durante cuatro años en la Universidad, y que no ejercen el oficio para el que teóricamente han sido instruidos. Todos universitarios y al cabo todos, (bastantes, demasiados…) camareros es una imagen-metáfora reveladora de una excesiva proclama populistas del Ministerio de Trabajo.

Estamos hablando, no de lírica, sino de “las cosas de comer”. Hoy escucho en la radio quejarse a los empresarios porque no tienen fontaneros, albañiles, pintores, jornaleros …y no pueden cubrir (dicen, hay otras razones, además) la demanda que la región de Extremadura necesita para producir mejor. Y cuesta creerlo, a raíz de saber las múltiples vías por las que personas, aún en la edad de trabajo activo, reciben ayudas que les disuaden de hacerlo, ya sea en un negocio, finca, etc, cualquiera. Lo cual dice bastante de quien las otorga y de los cauces de inspección (para que estas ayudas se dieran solo en casos necesarios y por un tiempo determinado) y no para siempre en una comunidad que carece de la mano de obra suficiente para subsistir y mejorar. ¿Cuáles son las causas? Diferentes y variadas, pero no andan muy lejos aquellas que tienen que ver con el mirar para otro lado cuando se trata de conseguir el voto urbano y, sobre todo, rural. Grave el asunto, grave. Porque no veo a nadie poniéndole el cascabel al gato, para arreglarlo.

La fidelidad a unos determinados principios de derecha, de izquierda, medio centro, no tiene nada que ver con esto. O tal vez sí, si hurgáramos en el fondo de la cuestión. Pero, hoy, como nunca, las organizaciones políticas semejan asideros a los que se prenden muchos para vivir y actúan en consecuencia. Nada de asimilarlos a entidades que contribuyan a una transformación social. Como mucho, herramientas para ganar elecciones…

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