Mi ojito derecho
Clorinda Power

La primera vez que me vino la regla tenía 14 años. La segunda se retrasó durante meses. Tomo anticonceptivos que me regulan el período desde que soy adolescente. Tengo 35 años. Durante 20 años la regla me ha bajado gracias a una pastillita que me he tomado a diario –cuando no se me olvidaba–, o aun anillo milagroso que me he puesto y me he quitado una vez al mes. En 2017 me pregunté por qué en todo este tiempo, ninguno de mis ginecólogos me había propuesto dejar de hormonarme. Y entonces me pregunté a mí misma qué le pasaría a mi cuerpo si dejara de hacerlo. Qué pasaría si mi período no fuera regular. Qué consecuencias tendría para mi salud. Me informé y hace 3 meses dejé de meterme un anillo en la vagina –y empecé a ahorrar 19,92 € al mes–.

En menos de 24 horas me había convencido de que mi vida era una mierda y de que nadie me quería de verdad

Seis semanas después, BOOM, me bajó la regla. Me puse contentísima. Era una regla perfectamente normal: sangre roja que mancha. Entonces me pregunté si el dramón que había vivido el día anterior tendría alguna relación. El día anterior había llorado más que viendo Mi Chica y Mi Chica 2. En menos de 24 horas me había convencido de que mi vida era una mierda y de que nadie me quería de verdad. Había llegado a la conclusión de que me iba a morir de la pena.

5 semanas después, lloro más que viendo Mi Chica y Mi Chica 2. Me convenzo de que mi vida es una mierda y de que nadie me quiere de verdad. No contenta con eso, trato de convencer a mi novio de que mi vida es una mierda y de que nadie me quiere de verdad. Llego a la conclusión de que me voy a morir de la pena. Al día siguiente, siento ligerísimos indicios de lo que podría ser una regla poderosa.

Y ato cabos: en mi caso, las consecuencias de SUFRIR reglas naturales son querer morirme de la pena de una forma loquísima. Ni ovarios doloridos, ni pechos hinchados. Pena de inundación que se lleva puentes por delante, de terremoto que engulle carreteras, de tornado que deja sin casa a familias enteras.

Señoras y señores: tengo 35 años y yo no sabía lo que era tener la regla. Yo no sabía lo que significa ser mujer. Ahora lo sé. Lo que no sé es como sufriendo la mierda que sufrimos por dentro, dejamos que los hombres, desde las instituciones y las aceras, nos echen aún más mierda encima.

Solo espero que el día en que nos rebelemos, no me toque la regla.

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