Historias de Plutón
José A. Secas
No es fácil verter una opinión original con respecto a cualquier tema. Estamos intoxicados de información y de pareceres ajenos y nos alineamos con quienes piensan como nosotros haciendo nuestros sus argumentos, en un alarde de mimetismo y falta de criterio. Nos limitamos a contar lo que dicen otros con nuestras palabras, a jalear y aplaudir a un líder con quien compartimos puntos de vista, por simpatía o vínculos relativos y a denostar y rechazar otros argumentos recogidos por personas discrepantes por causas contrarias. La reflexión y la construcción del discurso propio están alejados del espíritu crítico porque apenas se produce el análisis profundo de la realidad. Pasamos por asuntos trascendentales de puntillas y guardamos en nuestras alforjas, para luego repetirlas, las palabras de otros (casi) sin darnos cuenta. Las prisas de la vida actual no facilitan la toma de consciencia y favorecen la alienación y la manipulación hasta extremos vergonzantes.
Anteponiendo mis limitaciones a la hora de dar mi parecer al saberme preso de esta tendencia actual, me declaro vulnerable y limitado y asumo mi incapacidad para sumar algún argumento original que no haya sido repetido por otros con respecto a cualquier asunto. Cualquiera. Hay mucho de qué hablar con respecto a los círculos concéntricos que conforman nuestras vidas: desde lo más cercano con respecto al individuo, como las relaciones personales con los más allegados o con su entorno más inmediato; hasta los “problemas del mundo”, donde la distancia te hace -en principio- más ecuánime pero también más ignorante y desconocedor de la realidad que nos quieren contar.
Los conceptos generales donde se mueve el pensamiento del género humano me interesan
A la postre, si abundas en este deseo de expresarte y comunicar, el único terreno donde tú mismo puedes ser original y único es el que gira alrededor de tus sentimientos, pensamientos profundos y emociones. Desde este lugar se puede transmitir lo que se siente sin juzgar y sin sentar cátedra; desde el respeto y la empatía se puede (y se debe) decir lo que uno opina con respecto a situaciones sociales o culturales pero no sobre personas. Ahí entra el juicio (y la condena más que el perdón y el entendimiento) y no somos nadie para juzgar a los demás. Nadie es infalible, todo tiene razón de ser y cualquier cosa es justificable si se escuchan las razones o se conocen las circunstancias.
Los conceptos generales donde se mueve el pensamiento del género humano me interesan. Puedo, quiero y opino sobre la justicia, la bondad, el miedo o el dolor. Puedo, quiero y opino sobre lo que me enamora, me revuelve el estómago o sobre lo que me excita, me emociona o me transmite sensaciones vitales pero quiero alejarme de las personas que están detrás y provocan o hablan de ello. Estos individuos son solo seres humanos, como tú, comportándose como tal y de todos ellos cabe esperar aciertos y errores en su forma de vivir; entre ellos está el opinar y hablar de cualquier cosa; especialmente de lo que no saben (como todos…)