La bruja Circe

El olor del otoño, es el de las lluvias limpiando la atmósfera, tocando el suelo, primero con miedo, como los dedos de un niño, después alegre y descocadamente, como un@ adolescente, bailando, saltando, estallando en risas o llantos pasionales.

El olor de los membrillos, transformándose en el dorado néctar, del dulce o la compota de membrillo.

Y en los bosques, bajo la capa de pasto y hojas secas huele a cada paso, el humus casi desecho, donde aparecen las setas, el olor a un bosque con setas es muy especial, llena los sentidos y te lleva de lado a otro como un podenco entrenado, encontrando los mejores ejemplares.

Y entre tantos dorados y amarillos los arbustos y árboles de madroños.

Adornados a la vez con sus pequeñas flores y algunos de los primeros madroños.

Mi segunda residencia, durante siete años fue una masía restaurada, dentro del parque del Montseny, los habitantes teníamos permisos, si se pedían, para la recolecta y uso de los subproductos. del bosque. Y aunque los turistas ven solo los senderos más superficiales y el bosque se degrada, un poco más hacia dentro aparece la belleza de ese bosque sagrado y protegido, ese olor me emociona y acelera los latidos de mi viejo corazón.

Y huele el otoño a chimeneas, que comienzan, a abrazar con sus llamas a los troncos viejos y algo húmedos por las últimas lluvias.

Y el olor de la comida asada sobre una gran piedra de pizarra pulida, puesta sobre el fuego donde se van haciendo las verduras, las setas algo picantes, la carne o las sardinas.

Las cosas vividas nunca se pierden, porque crean una indeleble huella en el tiempo.

O eso nos dicen los de la física cuántica. Que disfrutes de este mes de Octubre.

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