suenos-lucidos

Reflexiones de un tenor /
Alonso Torres

…Arag Zueg, director de cine colega mío que iba a presentar una peli, ¡¡¡ya!!!, y de repente, ha soñado esto, y llamándome a altas horas de la madrugada, me ha dicho que lo quiere filmar, “a ver que piensas”. <<Estaba, la fuente de la felicidad, o de la búsqueda (¿y no son sinónimos felicidad y búsqueda? Que se lo pregunten si no a Corto Maltés, porque recuerdo un camino hacia alguna parte en su aventura, “La casa dorada de Samarkanda”, que consistía en eso, en buscar algo, ¿y no es lo más perseguido la felicidad?), al final de un camino largo (más poéticamente, “de un largo camino”), complicado y lleno de pruebas; estas, las que me ocuparon en el sueño, fueron sobre todo físicas, o tan solo físicas, aunque bien es cierto que en un momento dado, tras “una quedada” con amigos y amores (que me echaron en cara mi afición por ciertos tugurios, ambientes y situaciones), en una playa donde acabamos viendo a antiguos taberneros hoy retirados que acompañaban a sus nietas a bañarse tras tomar la Primera Comunión, y mirando un bloque de pisos antiguos (que asemejaba la casa de mi abuela; la patria son algunos recuerdos) donde en los balcones se encontraban grupos de personas que parecían familias (por su interrelación), pareciome que tras lo físico venía el “gran” planteamiento: debo encontrar una salida para mi vida; y reflexioné acerca de todo lo que no tenía (perooooooooo, ¿pero quién tiene algo? Además, como dijo Agustín García-Calvo, “el futuro no existe”).

Sé que aquellas (soñadas) pruebas que me conducían al chorro (en realidad, dos hilillos de agua con “algo”) de la droga que tomaría al final de las mismas eran, en su mayoría, nacimientos, partos, alumbramientos, y casi todas consistían en salir (o en pasar) de algún sitio imposible, estrecho y complicado (el útero no es complicado, lo sé, es un horno maravilloso donde se cuece una futura vida, ¡¡¡joder, Rouco Varela estaría muy contento con esta definición!!!), a otro lugar más ancho, sí, pero también más frío y ruidoso. Hubo en esta fantasía nocturna (desde las 23 horas hasta las 3:15, momento en que me he despertado) suburbanos no alcanzados, escaleras increíbles como las creadas por Penrose, aceras resbaladizas, agujeros pequeñísimos para mi tamaño, acuarelas pintadas sobre el cuerpo y el rostro, músicas “raras” (y no nombraré a ningún compositor cuyo apellido empieza por “H”) y encuentros con personas de otros tiempos y lugares.

Cuando llegué al final del viaje una chica morena de pelo rizado y que por las calles de mi ciudad baja la mirada y me sonríe (de veras), abrió una especie de contenedor de donde manaba lo deseado, anhelado y querido: el maná de la felicidad. Mientras yo tragaba llevando con la punta de la lengua a mi boca la droga, ella susurró, “ahora sí que eres guay”, y pensé decepcionado, “yo creo que siempre he sido así” (aunque esto, ni de lejos, sea cierto). Fue el instante en que desperté y comencé a escribir>>. “¿Qué opinas?”, me pregunta. “No sé”, le respondo. “¿Lo filmo?”. “Tú mismo, colega”. “¿Pues vaya una ayuda!”. Y me cuelga.

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