Política ciudadana

Política ciudadana. Clorinda Powers

Mi ojito derecho
Clorinda Powers

Me estoy mudando. Mientras escribo esto, mis sartenes, mis libros y mis bragas están en un camión de mudanzas rumbo a su nueva casa. Una casa con terraza y dos dormitorios, armarios empotrados, ventanas oscilobatientes con aislamiento acústico, puerta blindada, lavavajillas, aire acondicionado y calefacción central. Con portero físico. Con ascensor. Una pijada más y la hubiéramos catalogado de estafa. Nada de eso. Es una casa guay a un precio sensato.

He sido muy cuidadosa al elegir el término «sensato» y no «chollo». Y convendría que cada vez que una vivienda se ponga en alquiler o a la venta por debajo del precio de mercado, allí donde el mercado se haya vuelto criminal, evitemos llamarlo chollo. Porque un chollo es algo que se adquiere a un precio por debajo de su valor o con poco esfuerzo. Y ni ha sido fácil encontrar esta casa, ni mucho menos vale más de lo que voy a pagar por ella.

Para cambiar el mundo, solo hay que cambiar de política

A lo mejor lo de «chollo», que se usa para referirse a productos y servicios, alguien empieza a usarlo para referirse a personas. Personas, en este caso propietarios, que eligen ponerle a su propiedad un precio acorde a su valor. Llamadlo generosidad, o sentido común, o estupidez, pero lo que ha hecho la propietaria de mi nueva casa es también acción política.

Vivir es tomar decisiones.

Y esas decisiones construyen el mundo en el que vivimos.

Son la intención y las consecuencias de las decisiones que tomamos las que definen el tipo de mundo en el que vivimos.

Y para cambiar el mundo, solo hay que cambiar de política.

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