La localidad de Acehúche ha vivido un año más su tradicional Fiesta de Las Carantoñas, en honor a San Sebastián, una tradición con casi dos mil años de antigüedad que esta año cumple 30 años de su declaración como Fiestas de Interés Turístico Regional, y que avanza para conseguir que dicha declaración sea Nacional. Así lo anunciaba la alcaldesa de la localidad, Obdulia Bueso, indicando que ya se está trabajando para conseguir el reconocimiento de Las Carantoñas como Fiesta de Interés Turístico Nacional, para lo cual, indicó, “ya se han acreditado gran parte de los requisitos que se exigen, como su antigüedad, el arraigo cultural, la participación ciudadana o el atractivo turístico”, por lo que, añadió, “se espera conseguirlo”.

Las Carantoñas, señalaba por su parte el diputado de Desarrollo y Turismo Sostenible, Fernando Grande Cano, son una fiesta “seña de identidad de todo el municipio, de los hombres y mujeres que han sabido mantener esta tradición y convertirla en un hito, en un referente en la provincia”, de ahí, añadió, “el decidido apoyo” de la Diputación Provincial, que en los presupuestos actuales “recoge una partida destinada a las Fiestas de Interés Turístico de la provincia, ya sean regional, nacional o internacional”.

Leyenda y tradición

El origen de esta fiesta, celebrada los pasados días 19 y 20 de enero, se sitúa en el siglo II después de Cristo, lo que en palabras del cronista oficial de Acehúche, Salvador Calvo, “le da un valor incalculable, además de que enlaza con una tradición mediterránea en la que se tendía a disfrazarse de bestias”.

Cuenta la leyenda que San Sebastián, por no querer renunciar al Cristianismo, fue asaetado y atado a un árbol en el Monte Palatino para que fuera devorado por las bestias, pero en lugar de ello, los animales percibieron su santidad y lo adoraron, danzando a sus pies y haciéndole caricias y carantoñas.

De aquí provienen, hombres cubiertos con pieles de animales y con una máscara también de pieles y frutos, que portan en sus manos un ramo seco de acehúche con el que espantan a quien quiera acercarse al Santo. El motivo que lleva a un acehuceño a vestirse de Carantoña, lo que han hecho este año más de 50, es generalmente una promesa o agradecimiento al San Sebastián.

Ellos son los principales protagonistas de la fiesta, en la que hay otras figuras claves, como los mayordomos y sus familias, que son los que echan la “loa” al Santo, pidiendo y rogando por algún problema que les aqueje, y los encargados de lo que se llama “regar el romero”, es decir, extender por las calles el romero que los mozos han recogido el día anterior.

Y también lo son las ‘regaoras’ o ‘patanas’, mozas del pueblo ataviadas con el traje típico de ‘bayeta’ cuya función es escoltar la imagen del Santo durante la procesión, regándolo de confetis; los ‘tiraores’, jóvenes armados con escopetas de cartuchos que esperan al Santo a la salida de la iglesia, y en cada una de las bocacalles y esquinas por donde pasa la procesión, disparando al unísono, a modo de salvas; el tamborilero, que con su música acompaña la procesión del Santo; y la ‘Vaca-Tora’, Carantoñas que, ataviada con unas varas cubiertas por una manta dejando asomar unos largos cuernos de vaca y un descomunal cencerro al cuello, tiene como misión dar por finalizada la fiesta, asustando a las demás Carantoñas y dispersándolas entre carreras y jolgorio en el que participan todos los asistentes.

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