junio_ciruela

Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Cuenta la fábula que los lugareños querían tener un santo en uno de los altares de la iglesia y para eso cortaron un ciruelo, propiedad de uno de ellos, y con su madera tallaron la imagen de San Pedro. Cuando el dueño del árbol lo vio, ya terminado, se puso delante de él y le dijo: «San Pedro, San Pedro, yo te conocí ciruelo y de tu fruta comí, los milagros que tu hagas, que me los cuelguen a mi».

A Wert lo acusan los sindicatos de dejar el Ministerio de Educación hecho unos zorros. Durante los cuatro años en el que ha sido súper jefe, no ha habido reforma que no se le haya ocurrido, a él o a sus colaboradores. La última de las críticas sindicales tiene que ver con su costumbre de aprobar textos nocivos para el sistema universitario. Su real decreto del 3+2 (grado y másteres) encarece los estudios. Su política de disminución de becas y ayudas, hace descender al alumnado y echa fuera al de menores recursos; los requisitos exigidos para la creación, reconocimiento y acreditación de centros, servirán para aumentar el número de universidades privadas frente al de las públicas, dado el menor control para la abertura de las primeras en relación con las segundas.

Hablar de educación siempre es complicado, más que nada por la interinidad de los juicios dado el poco tiempo que duran las leyes educativas. Quien dijo que de educación no se vive y que debe ser algo no político desconoce la importancia que los propios políticos le dan. Esto es como la afamada escuela de didáctica de las matemáticas argentina, toda asepsia y método científico, que fue llegar Videla al gobierno y desaparecer…Y es que enseñaba a pensar y a construir mentes críticas. Y eso, allí, entonces no estaba bien visto.

Si uno no se fija no entiende mucho el por qué. Total, se trata de configurar unos currículos, formar a unos enseñantes, crear condiciones óptimas para que el sistema educativo funcione sin descarrilar. Hoy nadie osaría quejarse de la enseñanza básica generalizada, de la utilidad de que en las escuelas infantiles los niños pequeños reciban atención educadora y no solo asistencial.

Lo primero entendernos, saber expresarnos y después todo lo demás

Hoy nadie recelaría del aumento de los institutos para la enseñanza secundaria e incluso, todos estarían de acuerdo en que las universidades estuvieran lo más cercanas a las propias casas. Así que nada de extraño tienen los presupuestos dedicados a ella y la atención que suscita. Llevar el departamento parece facilito. Pero es una pista falsa. Y sus caminos son pantanosos. En cuanto circulas por ellos, empiezan las dificultades, las debates, la ansiedad. Porque entra directamente en la forma de entender la vida. Y hay muchas y variadas maneras de moverte en ella.

Ahora, la mayoría de las Comunidades han dicho que no van a aplicar para el curso que viene las reformas, que hay que pensarlo mejor; abanderan los catalanes, claro, siempre tan progresistas en este campo. Tienen razón. Porque antes de nada será necesario saber adónde vamos, en un país donde la familia y la escuela no se complementan, donde la universidad es una fabrica de parados. Donde la comunidad científica ha entrado de lleno en una burocracia asfixiante y los procesos formativos se trocean tanto en el juicio que se vuelven realmente no evaluables.

Vuelvo la vista al buen maestro, ese que todos hemos tenido, en la enseñanza básica, o en la media o en la universidad, o en nuestras casas, y se lo qué hay que hacer. El otro día, un alumno se quedó pensando dubitativo cuando en la corrección de un trabajo escribí la frase: «habida cuenta que…». -«Como nunca lo había oído, he ido a buscar su significado» -me dijo.

Pues si, lo primero entendernos, saber expresarnos y después todo lo demás de organización de nuestra estructura mental. Con verdaderos profesionales.

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