La temperatura de las palabras
José María Cumbreño

Pues resulta que aquí, en la ciudad en la que nunca pasa nada, en la ciudad en la que nunca hay nada, se celebra, desde hace más de dos décadas, una de las citas culturales más interesantes y con mayor personalidad de nuestro país: el Festival solidario de cine español de Cáceres. Eso sí, como suele ocurrir en esta tierra, quienes lo sacan adelante son los miembros de una institución privada (la Fundación Rebross), con ayuda pública, es verdad, pero a la postre es un puñado de personas el que crea, organiza y regala su tiempo para ofrecer cultura a la sociedad. En fin. No quiero desviarme del tema. Que me conozco. Lo cierto es que el Festival y la gala con la que concluye son impresionantes. Parece que nos hemos ido acostumbrando en estos veinticinco años a ver en Cáceres durante un fin de semana un montón de caras conocidas del mundo del cine. En la edición de este año se ha rendido un homenaje a Pedro Almodóvar, quien en su discurso de recepción se mostró tan cercano y humilde como lo son los verdaderos sabios. La gala en sí, a pesar del retraso con el que comenzó, fue fantástica, mérito en gran parte de su presentadora, Sara Escudero. Estuvo divertida, ocurrente y muy rápida. Desde luego, ella supo cómo mantener el ritmo en un acto que, a pesar de durar más de dos horas, en absoluto se hizo pesado.

Para hacer algo interesante sólo hay que contar con gente con talento

Creo que fue la diseñadora Sonia Grande la que, al recoger su San Pancracio, alabó ese tipo de festivales que tratan de llevar a la cultura de primer nivel a ciudades pequeñas. Y me parece que lleva toda la razón. Para hacer algo interesante sólo hay que contar con gente con talento. Y sin duda el equipo de la Fundación Rebross lleva veinticinco años demostrándolo. Gracias y enhorabuena. Reconozco, eso sí, que, durante la gala, en algún momento no pude evitar acordarme de un director de cine cacereño que, como muchos jóvenes de esta región, ha tenido que buscarse las habichuelas lejos de aquí. En su caso, muy lejos de aquí. Nada menos que en Malasia. Se trata de David Yáñez. Y eso que David es autor de ocho cortos y un excelente largometraje (“Muchos pedazos de algo”) que llegó a participar en el Festival de Cine de Málaga. En fin. Ojalá algún año pueda volver y no únicamente de visita. Mientras tanto, esperemos poder seguir disfrutando veinticinco años más de esa alfombra roja que tan bien le sienta a nuestro Gran Teatro. ¡Vivan los San Pancracio!

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