monago07112014

El pasado siempre vuelve. Podría ser el título de una película de sobremesa de Antena 3, pero no, viene siendo la tónica habitual de la actualidad política de este país, que apenas nos da tregua para asimilar cada nuevo caso de corrupción. No nos habíamos repuesto del tremendo golpe de la ‘Operación Púnica’, y le tocó el turno al presidente extremeño, José Antonio Monago, justo en la víspera de la gran convención popular que ha tenido lugar en Cáceres este fin de semana para más inri justo en la víspera de la prohibida consulta soberanista en Cataluña. “Todos los astros están alineados”, podría decir la entrañable Aramís Fuster.

Los viajes de Monago a Canarias durante su etapa como senador de las Cortes han levantado un polvorín de épicas proporciones. El entonces senador extremeño viajó al archipiélago canario 32 veces “para dirimir asuntos propios de su actividad como representante público”. Monago afirma que “ya le avisaron de que sufriría este tipo de ataques” por su beligerancia contra la corrupción dentro de su partido. Desde la oposición exigen al presidente extremeño que aclare el motivo de tantas idas y venidas a la tierra del sol y los plátanos. El hecho de que estos desplazamientos se produjeran en fin de semana y que haya senadores canarios que no apoyen su tesis ha puesto en jaque los argumentos aportados por Monago. Sumado, además, a la misteriosa mujer canaria de origen colombiano que no desmiente haber mantenido una relación con el exsenador tenemos todos los ingredientes para sospechar que los motivos eran más bien personales. Si fuera así, y teniendo en cuenta que los viajes se han sufragado a costa de las arcas públicas todo se solucionaría reponiendo esa cantidad de su bolsillo. Cuanto más removamos la mierda más huele. A veces asumir una equivocación a tiempo es la inversión más rentable. Por esto Monago no va a ser ni mejor ni peor presidente y puede volver a destinar su tiempo a lo que preocupa a los extremeños, que no es otra cosa que Extremadura.

Se acercan las elecciones y veremos escándalos diarios para resquebrajar la confianza del votante mutilando la imagen del adversario. Hay mucho de marketing político en todo esto, hay muchas falsedades y muchas verdades a medias. El ciudadano debe componer una realidad para emitir su voto filtrando información y propaganda. Los medios, por su parte, deberán contentar a sus inversores sin perder credibilidad.

Ardua tarea ésta.

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