Con ánimo de discrepar /
VÍCTOR CASCO

Hace unos años el científico Stephen Hawking apuntó una obviedad: que para la creación del Universo no se precisa la existencia previa de ningún dios o entidad sobrenatural.

El bing-bang no precisa de una mano mágica para su puesta en marcha. La evolución del cosmos, de las galaxias y de la propia vida en nuestro sistema solar tampoco. Hace dos siglos un dios o los dioses lo abarcaban todo y lo explicaban todo y hoy están refugiados en las fracciones de segundos del inicio de la bing-bang. Es aquí donde se instalan los dioses y sus adoradores, en lo que permanece oscuro, en lo que aún no está iluminado por la luz de la razón. Porque las religiones son como las velas: necesitan que todo esté sumido en la noche  para que pueda apreciarse su llama.

Pero Hawking avisa: esas fracciones de segundo podrán ser abordadas en un futuro más o menos cercano por la ciencia y explicar así, sin necesidad de pensamientos mágicos, infantiles y mitos, el Universo en su conjunto.

Es recordada la contestación de Laplace a Napoleón Bonaparte cuando éste le preguntó —tras serle presentado el libro “La Mecánica celeste” del insigne científico— ¿Por qué no se menciona a dios?: “Señor —fue la respuesta de Laplace— no he necesitado de esa hipótesis”.

El resultado de 2+2 seguirá siendo 4 haya o no haya dios o dioses de por medio

Hay dudas de la veracidad de este relato, pero en todo caso Pierre Simón Laplace bien podría haber suscrito la respuesta. Dios es una hipótesis innecesaria en la mayoría de los hechos relacionados con las leyes científicas y la evolución del Cosmos y de la Vida. Añadir dios al, por ejemplo, origen de la vida en la Tierra, es algo gratuito que no resuelve nada, antes al contrario, genera más dudas:

2+2 son 4. Imaginaos ahora que yo digo: 2+2 son 4 porque dios así lo quiere. La segunda parte no ilumina nada. No aclara nada. El resultado de 2+2 seguirá siendo 4 haya o no haya dios o dioses de por medio. Puedo añadirlo, desde luego, pero como pensamiento tiene la misma consistencia  que creer que los extraterrestres levantaron las pirámides o que el planeta Júpiter sea el responsable de que los niños nazcan rubios, morenos, bajos, altos, serios, alegres… Es pensamiento mágico.

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