Old_chain

Desde mi ventana /
CARMEN HERAS

Mi padre usaba un ejemplo muy gráfico: «Hija -me decía- formamos una cadena y cada uno constituye un eslabón de la misma. Si éste se rompe, la cadena no cumple su objetivo, no puede ser eficaz». Mi padre no había leído a Bauman, que en ‘La sociedad sitiada’ advierte que «en este planeta, todos dependemos el uno del otro, y nada de lo que hagamos o dejemos de hacer es ajeno al destino de los demás…la responsabilidad ‘está ahí’, firmemente colocada en su lugar por la red de interdependencia global, reconozcamos o no su presencia, la asumamos o no».

Mi padre nunca leyó a Bauman. Ni falta que le hizo; pero tenía sentido común y sobre todo le tocó vivir situaciones que le demostraron cuán importante puede ser el que funcione, o no, esa conexión entre las personas. Como cuando, huérfano de 14 años, llevaba en un borrico la carga de trigo a moler al molino, sólo y de noche, y el molinero se escondía para gastarle una broma, mientras el niño lo llamaba angustiado rodeado de sombras amenazantes. O como cuando estando en el frente de Zaragoza, durante la guerra civil del 36, aprovechando un permiso quiso venir a ver a su madre al pequeño pueblo de Zamora y viajó una parte del trayecto en la caja de un camión con un grupo de cadáveres porque «no había sitio» en la cabina…

Ahora «surge» en los informes oficiales el concepto de la educación transversal Se vuelve sobre él, mejor dicho. Una línea divisoria recorre el mundo transversalmente (leemos). Claro que si. La conexión entre lo local y lo global es evidente. La necesidad de trabajar, en las primeras edades, propuestas de convivencia que hagan a los niños ciudadanos del mundo, también. Pero no cabe decir que es algo nuevo. Viejas recetas con vocabulario actualizado para «vender» los principios antiguos, muchos procedentes del tiempo que nos mostraron los clásicos. En lucha con el instinto, más o menos fomentado, de enrocarse en la cotidianidad de las cosas más próximas.

Los hechos van por delante de los discursos, con lo que siempre estos últimos parecen llegar tarde

El «adanismo» es una enfermedad atemporal. Aqueja a quienes, empezando la vida, creen que el mundo lo han descubierto ellos. Es cierto que cada quién tiene que ejercitar su propio aprendizaje, pero también es cierto que muchas, muchas veces, repetimos una y otra vez los mismos esquemas, nos sorprendemos en los mismos puntos, tropezamos en los similares cantos rodados del camino. Sin duda tiene que ver con la «maduración» de las personas, con la forma de responder a sus propios asombros.

Igual sucede en las organizaciones políticas, que vuelven y vuelven sobre sí mismas, una y otra y otra vez. Distintas personas haciendo lo mismo, aunque recubierto de distintos ropajes, creen que están cambiando las perspectivas y los engranajes y hasta el futuro. Puede…

Los hechos van por delante de los discursos, con lo que siempre estos últimos parecen llegar tarde. Cuando se prepara uno determinado sucede algo, dentro del juego político, que obliga a acelerar, a improvisar, a pronunciarse…Parece no haber tiempo para la reflexión. La vida loca, que diría el castizo. Quizá no es posible un pensamiento pausado, si se busca lo útil, porque la política es acción y si no, no lo es o no lo parece. Quizá el gran teatro de las maravillas vaya por otros derroteros…

Lo que si parece cierto es que la corresponsabilidad ciudadana en el proceso de construcción de una sociedad es necesaria, dada la interdependencia de unos y otros. Al cabo, a todos nos importan las mismas cosas: la vida, la muerte, el por qué de nuestro existir…Supongo que además de sus cualidades como dramaturgo, Shakespeare es tan universal porque habla sobre las grandes causas, las grandes pasiones, los interrogantes continuos, más o menos explícitos, de los seres humanos.

Está bien que un partido busque un nuevo líder que sepa mostrar, con herramientas y actitudes de hoy, los siempre importantes conceptos de siempre. Pero junto a ello se precisa una corresponsabilidad cierta de todos sus componentes con el medio en que viven. Con los otros. Todo eso de aceptar los deseos y necesidades de muchos y hacerlos propios a la luz de los viejos principios. Cualquier cosa…

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