conciertos

Si te viera Schopenhauer /
Sergio Martínez

Cáceres tiene sus cosas. En general no deja de ser una capital de provincia muy provinciana. Su oferta laboral es escasa. Su oferta de ocio tiene sus momentos. Y su sociedad civil se encuentra dividida, entre una mayoría conservadora y, otra que, a veces, ofrece destellos de urbe cosmopolita.

Un ejemplo de esto último, ha sido la aparición, desde hace ya unos meses de un nuevo club. No se trata ni de ningún club deportivo, ni en el que sus socios quedan para jugar al mus, o, cambiarse sellos, sino que su leitmotiv es la música. Se llama El Club de los Sonidos Sumergidos y, la verdad es que su aparición significa un soplo de aire fresco en la ciudad.

Su idea muy sencilla: juntar un número suficiente de gente que quiera ir de conciertos, pagar una pequeña cuota trimestral, apostar por grupos que no estén en los circuitos comerciales, y que sean afines a los gustos musicales de los socios. El resultado hasta ahora: nueve conciertos desde abril del 2015 mostrando las nuevas tendencias musicales de este país.

Además, el club posee un espíritu abierto, los conciertos no son para ellos como si fueran un ente secreto, sino que los abren al público en general con una entrada simbólica de tres euros. Qué se puede decir de esta iniciativa más que ¡chapeau!

Y es que, qué mejor manera de dinamizar la actividad cultural de una ciudad que cogiendo el toro por los cuernos, rascarse el bolsillo un pelín y ofrecer a Cáceres la posibilidad de ver ciertas bandas de música que seguramente no se podrían ver aquí si no fuera por ellos. Por el Bogaloo, sala que colabora con el club, han pasado ya bandas como Terbutalina, Los Vinagres, Patada Voladora o Súper Cadáver, ahora desconocidas, pero que seguro en el futuro serán grandes protagonistas de la música en España. Háganme caso, si quieren escuchar buena música, sigan la pista al Club de los Sonidos Sumergidos.

Aprovechen porque este grupo de personas, que tienen como nexo común la música, no están en Barcelona o Madrid, están aquí, en Cáceres, e igual alguno de ellos puede que sea su vecino. Y lo mejor de todo, son un soplo de aire fresco sumergido en la ciudad.

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