desierto-800

Historias de Plutón /
José A. Secas

Reflexionando con mi amigüita María José hace unos días durante su amable visita al convaleciente, conseguí verbalizar de nuevo ante ella una teoría que ya he cacareado más de una vez y que no me cansaré de hacerlo: no estamos maduros; no hemos evolucionado bastante. La especie humana (con sus orígenes simiescos y todo) lleva en este mundo unas pocas decenas de miles de años, el homo sapiens bastante menos y la presencia del hombre paisano escribiendo y dejando su huella en la historia, apenas unos milenios. Si pensamos en el devenir de nuestro planeta, del sistema solar y de nuestra galaxia y en las dimensiones del universo (por arriba y por abajo, por delante y por detrás) nos damos cuenta de que nuestra presencia en este mundo (ochenta años con suerte) es, lo que se dice, una ridiculez.

Teniendo en cuenta que somos un grano de arena en el desierto (que se lo lleva el viento o se hunde en el fondo de una duna) o una molécula de agua en el océano (que se evapora en una nube de evolución diurna y termina salpicando tu parabrisas) o cualquier otra insignificancia desbordada, inconmensurable, casi inconcebible (a no ser por una metáfora o por un ejercicio de imaginación); ¿por qué nos creemos -metáfora again- el ombligo del mundo?, ¿por qué pensamos que somos tan importantes?, ¡¿qué coño nos hemos creído…?! Y así volvemos al principio: no estamos cuajados; nos falta un hervor. Tenemos un ego tan torpe, primitivo y gordo que no nos permite ver (con humildad) nuestras limitaciones y observar (con consciencia) el escaso (reciente, mejor) momento evolutivo en el que nos encontramos. Especialmente nosotros mismos (sin ir más lejos).

Volviendo a ese universo casi eterno, trufado de agujeros negros donde la teoría de la relatividad (esa que todos conocen y casi nadie entiende) se atomaporculiza en todos los sentidos porque las dimensiones, el tiempo, la materia y las entendederas no son (ni están) tan claras como nos creíamos; llegados a ese punto, nos miramos, miramos alrededor, miramos más allá (más allá todavía) y, rozando la eternidad, nos volvemos a encontrar con nosotros mismos en un futuro que no existe. Chúpate esa. No te lo esperabas, ¿eh?, ¿cómo te has quedado?

Tus problemas son una mierda (con perdón), tu vida solo te debería importar a ti, lo mejor que puedes hacer es pasarlo bien (carpe diem se dice desde que hay filósofos) y no te creas el rey del mambo porque con Elvis Presley ya hemos tenido el único rey que necesitábamos. Además te aviso de que si haces una entrada en la Wikipedia con tu nombre, tu vida y tus milagros, se nota mucho. Mejor espera a morirte y a ver si alguno de tus familiares o amigos tiene tiempo para que tu memoria se quede a un tris de la inmortalidad. Je, je, je.

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