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Cánovers /
Conrado Gómez

Qué duda cabe que la forma de relacionarnos está cambiando. Las nuevas tecnologías —que más pronto que tarde deberíamos defenestrar este concepto— determinan los mensajes y el análisis de su impacto. Si antes la concentración de medios en un par de canales condicionaba la aparición de los candidatos, la enorme profusión y variedad de plataformas de estos tiempos exigen a los presidenciables y su equipo un hiperactivismo casi enfermizo para cubrir las demandas de sus jefes de campaña.

Lo de las redes sociales no es nada nuevo. En las antiguas Elecciones Generales gran parte de la batalla dialéctica se libró en el ciberespacio. Sin embargo, este 20D está marcado por el espacio mediático de entretenimiento que los candidatos entienden que tienen que ocupar para acceder a esos votantes que no consumen espacios de información. La consigna es clara: si no acuden a nosotros, vayamos a ellos. Cojámosles infraganti sentados en el sofá viendo “Sálvame Deluxe” o el programa de María Teresa Campos. Finjamos que tenemos sus mismos gustos, sus preocupaciones, que somos almas coincidentes. ¿Que no quiero ir a un debate con el resto de candidatos? No pasa nada, ya voy a casa de Bertín y lo arreglamos.

Todo empezó con la llamada en directo de Pedro Sánchez, candidato socialista a la presidencia del Gobierno, al programa de Jorge Javier Vázquez, donde se ofrecía a acudir como invitado. No sabemos si justo en ese instante el resto de jefes de campaña vieron la luz y decidieron que cambiarían reconocimiento por popularidad. Alguien dijo una vez que “la fama es la hermana pobre del prestigio”. Y no le falta mucha razón, máxime cuando hablamos de gente que está llamada a pilotar esta nave llamada España. Quién nos iba a decir hace algunos años que el resultado del 20D estaría en manos de Risto Mejide, Jesús Calleja, Bertín Osborne, Pablo Motos, María Teresa Campos o Jorge Javier Vázquez. Claro que podría ser peor, podría estar en manos de Mercedes Milá, y eso supondría que nuestros candidatos tendrían que entrar en Gran Hermano para ponerse a parir entre ellos o buscar alianzas en busca de la inmunidad. ¿Se imaginan? “Señor Sánchez, está nominado”. Y Rajoy detrás con Rivera e Iglesias haciendo manitas. En fin, que siempre se puede ir a peor. Que el mundo del reality ha hecho buenas migas con la política y mucho me temo que irá a peor, o mejor, según se mire.

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