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Exactamente el término sondeo no es más que la exploración de un territorio desconocido a través de una serie de herramientas que nunca nos procurarán una predicción exacta, pero sí una radiografía aproximada del momento en el que preguntemos. Sondeos hay muchos, de varios tipos, incluso algunos polémicos como los petrolíferos, que se suponen agreden al medio ambiente como el caso de las prospecciones que llevó a cabo Repsol en Canarias. Los hay más mediáticos como los políticos, esos que ponen nerviosos a sus señorías moviéndoles el asiento antes de tiempo. De estos últimos veremos multitud en varios soportes, de varias fuentes e intenciones varias. De los que lanzan los medios de comunicación tienen un doble objetivo: aumentar las ventas y marcar la agenda pública. Son una especie de plebiscito anticipado que maneja intenciones y no realidades. En numerosas ocasiones los sondeos son fiel reflejo de lo que después acontece en las urnas; y en otras, no desdeñables, son solo un espejismo de los resultados finales. ¿Por qué existe a veces esa diferencia entre la intención y la acción? Porque el ciudadano no percibe con la misma seriedad una encuesta que una acción de responsabilidad directa como el hecho de introducir la papeleta. Los sondeos se utilizan como arma política, como arma de presión pública, para interferir en la decisión de los futuros electores. Los estrategas del marketing político los manejan a su antojo en beneficio de su jefe. De ahí las diferencias abismales entre unas predicciones y otras en un corto período de tiempo.

El último sondeo que publicó el HOY sacudió los cimientos del ‘establishment’ político. Las predicciones que publicó el diario extremeño situaban al Partido Popular de Monago al borde de la mayoría absoluta y situaban a la formación de Fernández Vara en una situación muy complicada con la posibilidad de pactar con PODEMOS e IU como única alternativa para gobernar, siempre y cuando los resultados de la encuesta se repitieran dentro de unos meses. A nivel nacional, el PSOE de Pedro Sánchez tampoco sale excesivamente bien parado, pues Pablo Iglesias lo relega a la tercera fuerza política y plantea un escenario en el que tendrán que sumar fuerzas si pretende desbancar a Mariano Rajoy, que sigue siendo el partido más votado, a pesar de los escándalos de corrupción que han aflorado durante su legislatura.

Sea lo que fuere, vendrán más sondeos en este tiempo que falta antes de las elecciones regionales y nacionales. Algunos serán más creíbles que otros. Lo que está claro es que darán para muchas, muchísimas, conversaciones de cafetería mientras esperamos a que ese café servido casi al límite de incandescencia baje a lo tolerable por nuestra garganta. Hay que conservarla, porque seguro que aún tendremos que tragarnos varios sapos de esta España tan nuestra.

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